Machu Picchu hacia los andes del Peru – Capitulo 4
Fue en Venezuela y Colombia que Hiram Bingham se enamoró de la exploración de Sudamérica. Le emocionaban las vistas de lagos y junglas que le esperaban al escalar montañas. Disfrutaba las arduas caminatas a través de los pantanos con el rifle cargado. Le complacía incluso discutir sobre rutas e historia en una lengua que no era la suya. Un casco de explorador, una brújula y una actitud pistolera no bastan para ser un verdadero explorador, sin embargo. La brecha entre la exploración tal como era representada en los cómics y la del mundo real es muy amplia. En su primera expedición, Hiram Bingham se enfrentó a todo tipo de dificultades, desde guías antipáticos hasta la hambruna; desde estar perdido a aquella prueba crucial: convencer a los lugareños de que venía en paz y que no era ni soldado ni espía. Una mañana de fines de 1907, justo después del amanecer, Bingham y su grupo seguían la ruta que había tomado Simón Bolívar en su lucha independentista (Viaje a Machu Picchu Peru).
Por haber perdido su turno en un lugar de descanso habían estado a caballo toda la noche, sumando casi veinticuatro horas seguidas de viaje. Cuando sus muías chapoteaban al cruzar el río Cojedes, una llamativa, estridente y hermosa bandada de guacamayos arrancó a volar . Tras unas curvas más en el camino, vieron los Andes por primera vez. Se extendían a lo largo del continente: secos y rocosos en su lado occidental, y húmedos y boscosos en el oriental; llenos de pasto en sus altas e imponentes mesetas, y fríos y adustos en sus cumbres entre las nubes. Los Andes estaban lejos todavía, sin embargo, y la expedición llevaba mucho retraso. Según las proyecciones de Bingham y Rice, ya deberían haber llegado a Colombia, pero ni siquiera habían completado la mitad del terreno que debían cubrir en Venezuela (Viaje a Machu Picchu Peru).
El grupo estaba formado por Bingham, Rice, un joven alemán llamado Max y dos caribeños de ascendencia africana: Josh Obadiah Ñero y Richard Harvey. La retaguardia estaba conformada por dos venezolanos, Rafael Rivas y Waldemera, responsables de una carreta cargada con todo lo que Hiram había comprado en Abercrombie & Fitch: carpas, frazadas, ollas y sartenes, raciones de emergencia, linternas de bronce, libros, mapas, instrumentos topográficos y la «alquimia» del éxito de Bingham como explorador: una cámara, trípode y cientos de voluminosas placas fotográficas. No obstante, cuando llegaron a una taberna en el pueblo de Agua Blanca, aquella mañana a lo único que le prestaron atención los lugareños era a que los estadounidenses estaban armados hasta los dientes. Bingham y Rice cargaban un revólver y un rifle Winchester cada uno (Viaje a Machu Picchu Peru).
En la carreta iban otro revólver, un Máuser de cerrojo, dos escopetas de repetición y «una dotación suficiente de munición». Las armas estaban destinadas a la cacería y protección. Los estadounidenses cabalgabanb hacia un área de Venezuela que había pasado por disturbios revolucionarios y una zona de Colombia donde Bingham tenía algo de esperanza de toparse con indios «salvajes». Una vez dentro de la taberna, sin embargo, los exploradores se percataron de que sus armas ponían a todos nerviosos. Un ranchero venezolano arrinconó a Bingham y le preguntó qué hacía ahí. Se rehusaba a creer que los estadounidenses gastarían su propio peculio para venir desde su tierra con el solo fin de marchar por llanos secos, pantanos laberínticos y gélidas montañas por puro placer aventurero o para demostrar que Simón Bolívar lo había hecho un siglo antes (Viaje a Machu Picchu Peru).
La propuesta era más que absurda; era sumamente sospechosa. Furibundo, el ranchero exigió que le explicaran «por qué nuestro gobierno nos había mandado», escribió Hiram después. «Estaban contemplando hacerse de Venezuela después de Panamá?» El venezolano aseveró que ningún país gastaría dinero en explorar otro a menos que tuviera en mente conquistarlo. «Como insistí en rechazar ambas premisas y sus conclusiones, decidió que yo debía ser un espía o un oficial del ejército disfrazado». A Bingham le causó gracia el caso de confusión de identidades, pero las sospechas del ranchero no eran tan descabelladas como pensaba el estadounidense. Pocos años después, la Oficina de Inteligencia Naval usaría al arqueólogo de Harvard Sylvanus Morley como espía en México. Desde que el presidente Theodore Roosevelt anunciara su corolario a la Doctrina Monroe, en Venezuela se había sospechado que Estados Unidos estaba financiando insurrecciones para derrocar al gobierno del presidente Cipriano Castro, un dictador a veces llamado «el león de los Andes», pero a quien el presidente Roosevelt famosamente denigraba como «un monito indescriptiblemente malvado»3. En Caracas, Bingham se había alojado en la legación estadounidense, en una casa que había pertenecido al general venezolano que financió la más reciente revolución de importancia y a quien Bingham parece haber visitado en prisión (Viaje a Machu Picchu Peru).
Bingham tenía cartas de presentación del secretario de Estado de Estados Unidos y del Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, pero estos distaban de ser neutrales. Castro había enfermado recientemente, y corrían rumores de luchas por el poder entre sus potenciales sucesores. Ya que Bingham visitaría la legación estadounidense en Bogotá, quizá el ranchero venezolano no había estado tan equivocado. Bingham podría no haber sido contratado por el gobierno de Estados Unidos, pero de todos modos compartía información con ellos4. Parado ahí con su casaca de cacería color kaki, el revólver a la cintura y agarrando su casco de explorador con sus guantes, Bingham más le parecía la personificación del coloso del norte cuyo interés reciente en Venezuela no había sido particularmente académico, que un explorador (Viaje a Machu Picchu Peru).
Riéndose de sus temores, Bingham reunió al resto de su grupo, montó su muía y siguió camino por los llanos occidentales de Venezuela. Para cuando llegaron a la frontera con Colombia un mes y medio después, sin embargo, las acusaciones habían dejado de causarles gracia. En el pueblo de El Amparo, en el margen venezolano del río Arauca, despertó con la noticia de que estaban bajo arresto. Bingham se quejaría de que los lugareños los habían denunciado al gobernador local como «un grupo de seis hombres armados portando cuatro Winchesters y dos Mausers, dedicados a transportar una carreta llena de armas y munición para los revolucionarios refugiados en Colombia!» De poco sirvieron las protestas de Bingham; cuatro desaliñados soldados venezolanos montaban guardia en la posada. Bingham y Rice se escaparon, ocultaron las armas en el bosque y contemplaron fugarse nadando por el río de noche (Viaje a Machu Picchu Peru).
Por fortuna, intercedió el alcalde. Acompañó a Bingham a que conociera al «venerable» gobernador de barba cana, quien lo aguardaba en su porche vestido de traje blanco de lino. Inspeccionó la tarjeta del Ministro venezolano de Relaciones Exteriores y abrió la carta privada dirigida al presidente de Colombia de parte de su ministro en Washington. Quedó decepcionado, aunque impresionado, al descubrir que las credenciales de Bingham eran legítimas. Bingham brindó por la salud del gobernador y le tomó una foto, el golpe de gracia de todo viajero moderno. La siguiente mañana la expedición se despidió de sus carreteros venezolanos y cargaron sus equipos en canoas para cruzar a Colombia. A Bingham le había desagradado Venezuela y estaba satisfecho de dejar atrás a su «perezosa» gente; el país, decía, le daba «la impresión de inactividad, como si, cansado del pasado, estuviera esperando a que algo sucediera’» (Viaje a Machu Picchu Peru).
El estadounidense se metió a la canoa del barquero, se sentó, y esperó a que lo llevaran al otro lado. En cuanto al trato que recibió, Colombia estuvo a la altura de las expectativas de Bingham. Sus funcionarios eran tan afables como los de Venezuela eran suspicaces, y les ayudaron a conseguir un guía para su siguiente tramo, un tal Juan de Dios. A Bingham le cayó bien porque tenía «sangre india». Después lo descubrirían robando una de las reliquias familiares de Rice, un águila americana dorada, pero incluso eso no fue tan malo, considerando que el viajero alemán, Max, se había fugado con la billetera de Bingham . Bingham borró a Max de su crónica posterior y culpó a Juan de Dios de todos los robos (Viaje a Machu Picchu Peru).
No obstante, Juan de Dios era un excelente guía, y le evitó una desgracia a la expedición cuando Bingham insistió en que abandonaran el camino y cruzaran los pantanos. Bingham aseveró que había tomado el desvío para seguir los pasos de Bolívar, pero también se debía a que quería toparse con algunos «salvajes». No pasó mucho tiempo antes de que una pequeña partida de Yaruros semi desnudos un grupo indígena desplazado que subsistía en base a la cacería se acercara a su campamento con lanzas, arcos y flechas. Ñero y Elarvey dicen que estuvieron «a punto de ser comidos vivos», pero nuevamente el peligro era más imaginado que real (Viaje a Machu Picchu Peru).
Lo peor que ocurrió fue que una de las «arpías» de los Yaruro estuvo a punto de tirarle dos puñados de estiércol de vaca a Bingham. Los «indios bravos» resultaron ser amigables y ayudaron a la expedición a cruzar los ríos de la región a cambio de pequeñas mercaderías. Más bien eran Bingham y Rice quienes eran peligrosos: dos hombres blancos nerviosos armados de Winchesters y criados con las ilustraciones de Frederic Remington de nobles cowboys e indios salvajes. Bingham pronto protagonizaría un encuentro violento, y Rice se volvería famoso en la década de 1920 por haber usado sus rifles contra una tribu en Brasil. Después de ver a un «salvaje desnudo» corriendo por la maleza al otro lado de un río, los hombres de Rice abrirían fuego, con lo cual doscientos «enormes caníbales» lanzaron un grito. Rice y sus hombres huyeron sin sufrir bajas, pero sí mataron a varios de sus atacantes (Viaje a Machu Picchu Peru).
Los peligros de este viaje eran reales, pero en buena medida fueron causados por los mismos exploradores. La búsqueda de precisión histórica por parte de Bingham casi los mata. Durante su largo desvío en los pantanos, se quedaron sin comida, y Bingham hubo de cazar aves duras y desagradables para que no murieran de inanición. Rice y Juan de Dios, el guía, estaban enfurecidos por este trance innecesario y finalmente sacaron al grupo de ahí con una penosa marcha de doce horas a través de aguas infestadas de pirañas. Hiram, sin embargo, la estaba pasando de maravilla. Para obtener comida, le mostró sus armas a un tabernero. Más adelante en el camino, cuando cuatro viajeros vieron que Bingham andaba armado, se aseguraron de ostentar sus propios cuchillos y revólveres antes de pasar. «Me hizo sentir como un bandolero», escribió Hiram desenfadadamente. Se sintió aún más satisfecho al llegar a las estribaciones andinas. Vieron cómo los verdes valles se elevaban hasta formar oscuros dobleces, con distantes cumbres heladas de color blanquiazul (Viaje a Machu Picchu Peru).
Al comienzo, a Hiram le hicieron recordar a Hawái, pero a medida que se iba acercando, más extraños y antiguos le parecían. La expedición arribó a un pequeño pueblo al pie de las montañas el ViernesSanto. Observaron mientras la congregación hacía una procesión desde la iglesia y marchaba lentamente por la plaza, iluminada con pequeñas velas y perfumada de incienso. El placer fue pasajero. El Domingo de Resurrección, Hiram recibió un telegrama de sus suegros, en el cual le informaban que Alfreda había enfermado de malaria mientras aguardaba su retorno en Jamaica, lugar donde los Mitchell tenían una residencia. Hiram se sinrió muy mal. Había estado ausente durante cinco meses y extrañaba a su familia. Resolviendo nunca más estar apartado de su familia por tanro tiempo, arengó a Rice y partieron al día siguiente, el 5 de abril, para empezar a escalar los escarpados y lluviosos Andes por escalinatas de piedra, pasando a los recolectores de orquídeas y, por vez primera, indios andinos plantando maíz. La parte más difícil de la travesía fue cruzar a lo largo de dos días el páramo de Pisva, un «paraje frío y húmedo» ubicado en la cordillera a 4000 metros sobre el nivel del mar. Esta era la ruta que los españoles jamás pensaron que el ejército de Bolívar podría cruzar (Viaje a Machu Picchu Peru).
Era tal como lo pintaban. Era inhóspito y sumamente deprimente, carente de vida animal y cubierto de un pasto áspero y plantas espinosas. Avanzaron entre los pequeños lagos congelados, en los cuales los guías indígenas dijeron que los españoles habían ocultado tesoros cuando huyeron de Bolívar. Los cerros circundantes eran realmente cumbres andinas de 4200 metros de altura. Bingham y Rice lograronbajar a Vas feraces tierras agrícolas, pero tan solo después de abandonar a sus seguidores caribeños, cuyas muías habían muerto. Al carecer de fuego, refugio y comida, Ñero y Harvey pasaron una noche frígida, pero «se arrastraron al valle» la mañana siguiente. Habían logrado cruzar los Andes, pero fue el punto de quiebre de la expedición. El 21 de abril llegaron a la principal carretera a Bogotá, la capital de Colombia, y Rice dejó atrás a Bingham, «debido a la conducta de Bingham». A sus colegas exploradores, les dijo que Bingham era incompetente (Viaje a Machu Picchu Peru).
Jamás se volvieron a dirigir la palabra, y tampoco ninguno volvería a codirigir una expedición. Bingham prosiguió, apurado, tenso y tan ansioso por llegar a Bogotá que ignoró por completo una de las más interesantes pistas de su primera expedición. En el camino, un lugareño le dijo que a lo lejos había un «lago del tesoro». Era el lugar donde los «antiguos reyes de Tunja tomaban sus baños de oro anuales y soltaban objetos de oro». Una compañía extranjera estaba intentando drenar el lago. ¿Deseaba el gringo investigar? El gringo no quería. Era un dato fascinante, pero había oído hablar de tesoros escondidos en lagos por toda Colombia, y pensó que se trataría de un mito mássobre la «supuesta» civilización y riqueza de los pueblos indígenas de América. Puede haberlo visto como una exageración que era mejor dejar a los ingenuos lectores de novelas baratas y los numerosos reportes dudosos de tesoros perdidos en Sudamérica, que abundaban a comienzos del siglo XX (Viaje a Machu Picchu Peru).
Apuntó la anécdota en su diario y siguió su travesía. Pese a toda su apertura de mente respecto de la historia sudamericana, seguía creyendo que los pueblos indígenas no ameritaban ser estudiados por sí mismos. Por supuesto, los indígenas del hemisferio sí tenían una cultura y civilización floreciente, tanto en el pasado como el presente. Lo más irónico fue que en este caso la leyenda era real. El lago era el mismísimo Guatavita, donde el reverenciado líder de los pueblos Muisca alguna vez se cubrió de oro en polvo, nadó o remó al centro del lago y soltó ofrendas a las profundidades. La leyenda de El rey dorado, se volvió El Dorado, el mítico reino de oro buscado por siglos en las junglas de Sudamérica. Cientos, o quizá miles, de conquistadores y exploradores ansiosos arruinaron sus reputaciones, perdieron la cordura o murieron buscándola, desde Sir Walter Raleigh hasta Lope de Aguirre. Guatavita mismo no era un mito (Viaje a Machu Picchu Peru).
En el siglo XVII un español lo había drenado un metro y medio y encontró discos de oro y esmeraldas en el lodo. En 1856 se intentó otro tanto en un lago cercano y se recuperó una «figura dorada de un jefe y diez acompañantes en una balsa». El esfuerzo más reciente era el de 1898, cuando un inglés llamado Hartley Knowles le compró los derechos a un grupo de colombianos. Para 1907, cuando pasó por ahí Bingham, Knowles estaba excavando canales para drenarlo por completo. En 1912, Knowles pondría 62 lotes de adornos, serpientes y máscaras de oro a la venta en Sotheby’s en Londres. Al año siguiente, en un hotel de la Quinta Avenida, Knowles le contaría a un reportero del New York Times que había encontrado un tesoro avaluado en veinte mil dólares. Agarraba firmemente lo que le quedaba en una caja de cigarros. «El Dorado», decía suavemente. «El Dorado, después de siglos. Las ofrendas del hombre dorado. El tesoro del lago sagrado» (Viaje a Machu Picchu Peru).
Era casi demasiado bueno para ser cierto. Dado que Knowles había estado buscando compradores, otra podría haber sido la historia. Pero para 1913, Hiram Bingham prestaría más atención. Al regresar a Estados Unidos, empezó a trabajar en un libro sobre el viaje, lleno de fotografías, Journal ofan Expedition Across Venezuela and Colombia («Diario de una expedición a través de Venezuela y Colombia»). Su redacción era buena, si bien algo sensacionalista el New York Times se burlaba un poco de su tendencia a exagerar los peligros y Bingham fue nombrado fellow de la gloriosa Royal Geographic Societyn. Por el resto de su vida, Bingham incluyó el prestigioso al final de su nombre en Wbo’s Who in America («Quién es quién en Estados Unidos») y citaba su principal ocupación como «explorador». El título no era suficiente, sin embargo. Para poder juzgar si Knowles era un charlatán o un verdadero descubridor, Bingham necesitaba un viaje más a Sudamérica. Su siguiente viaje lo llevaría al Perú, donde las ciudades perdidas eran tan fantásticas como El Dorado y tan reales como Guatavita, y donde había más para ser tomado en cuenta que la manera en que Bolívar había cruzado una montaña (Viaje a Machu Picchu Peru).
[:pb]
Machu Picchu nos Andes do Peru – Capítulo 4
Foi na Venezuela e Colômbia, que Hiram Bingham caiu no amor com a exploração na América do Sul. Le emocionante vista para lagos e florestas esperando por ele para escalar montanhas. Ele apreciamos as caminhadas árduas através dos pântanos com um rifle carregado. Ele ficou satisfeito nem mesmo para discutir rotas e história em uma linguagem que não era dele. Um capacete de cortiça, uma bússola e uma atitude pistoleiro não são o suficiente para ser um verdadeiro explorador, no entanto. A diferença entre a exploração como foi retratado nos quadrinhos e no mundo real é muito ampla. Em sua primeira expedição, Hiram Bingham enfrentou todos os tipos de dificuldades, de guias insensíveis à fome; de ser perdido esse teste crucial: convencer os moradores que veio em paz e que não era nem um soldado, nem um espião. Certa manhã, no final de 1907, logo após o amanhecer, Bingham e seu grupo seguiram a rota que ele tinha tomado Simon Bolivar em sua luta pela independência (Viagem a Machu Picchu Peru).
Tendo perdido sua vez em um lugar de descanso foi montando toda a noite, acrescentando viagens quase vinte e quatro horas. Quando suas mulas espirrou em todo o Rio Cojedes, um rebanho altivo, alto e bonito de araras começaram a voar. Depois de alguns mais curvas na estrada, viram o Andes pela primeira vez. Eles se espalham por todo o continente: seca e rochosa em seu lado ocidental, e da floresta húmida no leste; preenchido com grama em seus altos e impressionantes planaltos, e frio e sisudo em seus picos através das nuvens. O Andes foram ainda agora, no entanto, o problema tomou um longo atraso. De acordo com projeções por Bingham e Rice, eles deveriam ter ido para a Colômbia, mas ainda não tinha completado a metade do terreno a ser coberto na Venezuela (Viagem a Machu Picchu Peru).
O grupo foi formado por Bingham, Arroz, um jovem alemão chamado Max e dois Caribe Africano de descida: Josh Obadiah Nero e Richard Harvey. A retaguarda foi formada por dois venezuelanos, Rafael Rivas e Waldemera responsável por um carrinho carregado com tudo o que Hiram tinha comprado na Abercrombie & Fitch: tendas, cobertores, panelas e frigideiras, rações de emergência, lanternas de bronze, livros, mapas, instrumentos de topografia e «alquimia» o sucesso de Bingham como um explorador: uma câmera, tripé e centenas de placas fotográficas volumosos. No entanto, quando eles chegaram em uma taverna na aldeia de Agua Blanca, naquela manhã tudo o que eu pago a atenção para os moradores foi que os americanos estavam armados até os dentes. Bingham e Rice estavam carregando um revólver e um rifle Winchester cada (viagem para Machu Picchu Peru).
No vagão eram outra arma, uma Mauser ferrolho duas espingardas e «uma quantidade suficiente de munições.» As armas foram destinados para a caça e proteção. Americanos cabalgabanb para uma área da Venezuela, que havia passado por agitação revolucionária e uma área da Colômbia, onde Bingham tinha alguma esperança de correr em «selvagens» índios. Uma vez dentro da taverna, no entanto, os exploradores perceberam que suas armas colocar todo mundo nervoso. Um fazendeiro venezuelano Bingham encurralado e perguntou o que ele estava fazendo ali. Ele se recusou a acreditar que os americanos gastam seu próprio dinheiro para vir de sua terra, com o único propósito de marcha através planícies secas, pântanos labirínticas e montanhas geladas pura aventura de prazer ou para mostrar que Simon Bolivar tinha feito um século antes (Viagem Machu Picchu Peru).
A proposta era mais do que um absurdo; Ele foi altamente suspeito. Furioso, o fazendeiro pediu para explicar «por que nosso governo nos tinha enviado», escreveu Hiram mais tarde. «Eles estavam contemplando feito na Venezuela após Panamá?» O venezuelano disse que nenhum país iria gastar dinheiro para explorar um outro, a menos que ele tinha em mente para conquistar. «Como eu insistia em rejeitar ambas as premissas e conclusões, ele decidiu que eu deveria ser um espião ou um oficial do exército disfarçado.» A Bingham o divertia o caso de confusão de identidade, mas a suspeita fazendeiro não eram tão louco quanto eu pensei que os EUA. Alguns anos mais tarde, o Escritório de Inteligência Naval usaria o arqueólogo Harvard Sylvanus Morley como um espião no México. Desde que o presidente Theodore Roosevelt anunciou sua corolário da Doutrina Monroe, na Venezuela havia suspeita de que os Estados Unidos estavam financiando insurreições para derrubar o governo do presidente Cipriano Castro, um ditador, por vezes chamado de «o leão do Andes», mas quem Presidente Roosevelt famosa denegridos como «um macaco mau indizivelmente.» 3 Em Caracas, Bingham tinha ficado na legação americana, em uma casa que tinha pertencido ao general venezuelano que financiou a mais recente revolução de importância e Bingham, que parece ter visitado na prisão (Viagem a Machu Picchu Peru).
Bingham tinha cartas para os Estados Unidos secretário de Estado e Ministro das Relações Exteriores da Venezuela, mas eles estavam longe de ser neutro. Castro havia recentemente caído doente, e havia rumores de lutas de poder entre os seus potenciais sucessores. Desde Bingham visitar a embaixada dos EUA em Bogotá, talvez o fazendeiro venezuelano não tivesse sido tão errado. Bingham não poderia ter sido contratado pelo governo dos EUA, mas ainda informações com eles4 compartilhada. Ali com seu casaco de caça cáqui, a arma na cintura e agarrando seu capacete de cortiça com suas luvas, Bingham mais parecia o epítome do colosso do norte cujo interesse recente na Venezuela não tinha sido particularmente académico, um navegador ( viagem a Machu Picchu Peru).
Tirando sarro de seus medos, Bingham encontrou o resto de seu grupo, montado na sua mula e fui caminho para baixo as planícies do oeste da Venezuela. Até o momento eles chegaram à fronteira com a Colômbia um mês e meio depois, no entanto, as acusações tinham parado causa da graça. Na aldeia de El Amparo, no lado venezuelano do rio Arauca, ele acordou com a notícia de que eles estavam presos. Bingham se queixam de que os moradores tinham denunciou o governador local como «um grupo de seis homens armados com quatro Winchesters e dois Mausers, dedicada ao transporte de um vagão cheio de armas e munição para os refugiados revolucionárias na Colômbia!» De pouco serviu a protestos Bingham; quatro soldados venezuelanos desalinhado montavam guarda na pousada. Bingham e Rice escapou, escondeu armas na floresta e viu fugir nadando rio à noite (Viagem a Machu Picchu Peru).
Felizmente, o prefeito intercedeu. Ele acompanhou Bingham saber o «venerável» barba grisalha governador, que estava esperando na varanda vestido de terno de linho branco. Ele inspecionou o cartão ministro venezuelano das Relações Exteriores e abriu uma carta particular ao presidente da Colômbia, em nome do seu ministro em Washington. Ele estava desapontado, mesmo chocado, ao descobrir que as credenciais de Bingham eram legítimos. Bingham propôs a saúde do governador e tirou uma foto, a sentença de morte de qualquer viajante moderno. Na manhã seguinte a expedição despediu-se de seus carroceiros venezuelanos e carregado seus equipamentos em canoas para atravessar para a Colômbia. A Bingham não gostava Venezuela e ficou satisfeito ao deixar para trás seu povo «preguiçoso»; o país, disse ele, deu «a impressão de inatividade, como se cansado do passado, estava à espera que algo aconteça » (Viagem a Machu Picchu Peru).
Os EUA entraram no barqueiro de canoa, sentou-se e esperou para levá-lo para o outro lado. Quanto ao tratamento recebido, Colômbia correspondeu às expectativas Bingham. Seus funcionários eram tão afável como os de Venezuela eram suspeitos, e os ajudou a obter um guia para a próxima etapa, um João de Deus. A Bingham gostava dele porque ele tinha «sangue índio». Depois de roubar você descobrir uma das heranças de arroz, uma águia americana ouro, mas mesmo isso não foi tão ruim, considerando que o viajante alemão, Max, tinha fugido com a carteira de Bingham. Max Bingham apagados de suas costas crônica e culpou João de Deus de todos os roubos (Viagem a Machu Picchu Peru).
No entanto, Juan de Dios foi um excelente guia, e evitou uma desgraça para o problema quando Bingham insistiu que deixar a estrada e cruzou os pântanos. Bingham disse que ele tinha tomado o desvio para seguir os passos de Bolívar, mas também porque eu queria correr em algumas «selvagem». Não demorou muito para que um pequeno grupo de Yaruros semi nua deslocados subsistente grupo indígena com base na caça perto de seu acampamento com lanças, arcos e flechas. Nero e Elarvey dizem que foram «prestes a ser comido vivo», mas mais uma vez o perigo foi mais imaginada do que real (Viagem a Machu Picchu Peru).
A pior coisa que aconteceu foi que um dos «harpias» de Yaruro jogar quase dois punhados de esterco de vaca para Bingham. Os «índios bravos» acabou por ser amigável e ajudou a expedição para atravessar rios da região em troca de pequenas mercadorias. Pelo contrário, foi Bingham e Rice, que eram perigosos: dois homens brancos armados com Winchesters nervoso e levantou com ilustrações de Frederic Remington cowboys selvagens nobres e índios. Bingham breve encenar um encontro violento, e Rice se tornaria famoso na década de 1920 por ter usado seus rifles contra uma tribo no Brasil. Depois de ver uma «naked selvagem» fogo que atravessa a escova através de um rio, os homens de arroz abriria, que duzentos «enorme canibal» gritou. Arroz e seus homens fugiram sem baixas, mas matou vários de seus atacantes (Viagem a Machu Picchu Peru).
Os perigos dessa viagem eram reais, mas em grande parte foram causados pelos mesmos exploradores. A busca de precisão histórica por Bingham quase matou. Durante seu longo desvio nos pântanos, eles acabaram de alimentos, e Bingham tinha para caçar pássaros duros e desagradáveis que não morreram de fome. Arroz e Juan de Dios, o guia, ficaram furiosos por esta trance desnecessário e, finalmente, levou o grupo ao redor com uma marcha de doze horas por águas infestadas de piranhas. Hiram, no entanto, estava tendo um grande momento. Para o alimento, ele mostrou os braços para um publicano. Mais tarde, na estrada, quando quatro viajantes viu que Bingham estava armado, fizeram-se para manter suas próprias facas e revólveres antes de passar. «Isso me fez sentir como um ladrão de estrada», escreveu Hiram descaradamente. Ele foi ainda mais prazer de chegar no sopé dos Andes. Eles viram os vales verdes subiu para formar dobras escuras, com picos gelados distantes e de cor branca (Viagem a Machu Picchu Peru).
No início, Hiram fez lembrar de Havaí, mas quando ele se aproximou, mais estranho e velho parecia. A expedição chegou em uma pequena aldeia no sopé das montanhas Sexta-feira Santa. Eles observaram que a congregação fez uma procissão desde a igreja e, lentamente, marcharam pela praça, iluminada com velas pequenas e incenso perfumado. O prazer foi fugaz. No domingo de Páscoa, Hiram recebeu um telegrama de seus sogros, no qual ele relatou que Alfreda tinha adoecido da malária, enquanto se aguarda o seu retorno na Jamaica, onde o Mitchell tinha uma residência. Hiram sinrió muito ruim. Ele tinha ido embora há cinco meses e perdeu sua família. Resolvendo nunca será longe de sua família para tanro tempo, ele harangued Arroz e partiu no dia seguinte, 5 de abril, para começar a subir a íngreme e chuvoso Andes por degraus de pedra, através dos coletores de orquídeas e um tempo em primeiro lugar, índios andinos plantio de milho. A parte mais difícil da viagem foi para atravessar dois dias Pisva moor, um «ponto frio e úmido», localizado nas montanhas a 4000 metros acima do nível do mar. Esta foi a rota que os espanhóis nunca pensei que o exército de Bolivar poderia cruzar (Viagem a Machu Picchu Peru).
Foi como pintado. Foi extremamente sombria e deprimente, desprovido de vida animal que é objecto de um grama áspera e plantas espinhosas. Mudaram-se entre os pequenos lagos congelados, em que guias indígenas disseram que os espanhóis tinham escondido tesouros quando fugiram Bolivar. As colinas circundantes foram picos realmente andinas de 4200 metros. Bingham e Rice lograronbajar Vas férteis terras agrícolas, mas apenas depois de deixar seus seguidores do Caribe, cujos mulas tinha morrido. Falta de incêndio, abrigo e comida, Nero e Harvey passou uma noite frígida, mas «se arrastou para o vale» na manhã seguinte. Eles tinham conseguido cruzar os Andes, mas foi o ponto de viragem da expedição. Em 21 de abril chegaram à estrada principal de Bogotá, capital da Colômbia, e Rice deixou para trás Bingham, «devido ao comportamento de Bingham.» Em seus colegas escuteiros, ele disse-lhes que Bingham foi incompetente (Viagem a Machu Picchu Peru).
Eles nunca mais voltou a liderar a palavra, nem qualquer co-liderar uma expedição. Bingham continuou, pressa, tenso e tão ansioso para chegar a Bogotá que completamente ignorado uma das faixas mais interessantes de sua primeira expedição. Ao longo do caminho, um morador disse a ele que a distância era um «tesouro lago.» Era o lugar onde os «velhos reis de Tunja, tomando as suas anuais objetos banhos de ouro e ouro solta.» Uma empresa estrangeira estava tentando drenar o lago. Será que ela queria investigar o gringo? O gringo não queria. Era uma figura fascinante, mas ele tinha ouvido falar de lagos escondidos tesouros em toda a Colômbia, e pensei que seria um mito mássobre a «suposta» civilização e riqueza dos povos indígenas da América. Você pode ter visto isso como um exagero que foi melhor deixar para os leitores ingênuos de romances baratos e numerosos relatos duvidosos de tesouros perdidos na América do Sul, que abundavam no início do século XX (Viagem a Machu Picchu Peru).
Ele disse que a história em seu diário e continuou sua jornada. Apesar de toda a sua mente aberta sobre a história da América do Sul, ainda acreditava que os povos indígenas não são garantidos a ser estudada por si mesmos. Claro, os índios no hemisfério si tinha uma cultura florescente e civilização, tanto do passado e do presente. A ironia é que, neste caso, a lenda era real. O lago era o próprio Guatavita, onde o líder reverenciado dos chibchas já se cobriu de pó de ouro, nadou ou remou para o meio do lago e deu oferendas para as profundezas. A lenda do rei dourado, tornou-se El Dorado, o reino mítico de ouro procurado por séculos nas selvas da América do Sul. Centenas, talvez milhares, de conquistadores e exploradores ávidos arruinou sua reputação, perdido à procura de sua sanidade ou morreram de Sir Walter Raleigh de Lope de Aguirre. Guatavita não era um mito (Viagem a Machu Picchu Peru).
No século XVII, um espanhol havia drenado um ano e meio e encontrou discos de ouro e esmeraldas na lama. Em 1856, ele foi julgado como muito em um lago nas proximidades e uma «figura dourada de um chefe e dez companheiros em uma jangada» recuperado. O esforço mais recente foi a 1898, quando um inglês chamado Hartley Knowles comprou os direitos para um grupo de colombianos. Por volta de 1907, quando ele foi lá fora Bingham, Knowles foi a escavação de canais para drenar completamente. Em 1912, Knowles colocar 62 lotes de ornamentos, cobras ouro e máscaras para venda na Sotheby em Londres. No ano seguinte, em um hotel na Quinta Avenida, Knowles diria a um repórter do New York Times que tinha encontrado um tesouro no valor de vinte mil dólares. Ele agarrou o que foi deixado em uma caixa de charuto. «El Dorado», disse ele suavemente. «El Dorado, depois de séculos. As ofertas de homem dourado. O tesouro do lago sagrado «(Viagem a Machu Picchu Peru).
Foi quase demasiado bom para ser verdade. Desde Knowles tinha sido à procura de compradores, que poderia ter sido outra história. Mas em 1913, Hiram Bingham prestar mais atenção. Ao voltar para a América, ele começou a trabalhar em um livro sobre a viagem, cheia de fotografias, Jornal ofan Expedition em toda a Venezuela e a Colômbia ( «Jornal de uma expedição através da Venezuela e da Colômbia»). Sua escrita era bom, embora um pouco sensacionalista New York Times ridicularizou uma pequena tendência a exagerar os perigos e Bingham foi nomeado membro da Royal Geographic Societyn gloriosa. Para o resto de sua vida, ele incluiu o prestigiado Bingham no final do seu nome em quem WBO na América ( «Quem é Quem na América») e citou a título principal como «navegador». O título não foi suficiente, no entanto. A fim de avaliar se Knowles era um charlatão ou um verdadeiro descobridor, Bingham precisava de mais uma viagem à América do Sul. Sua próxima viagem iria levá-lo para o Peru, onde as cidades perdidas eram tão fantástico como El Dorado e tão real quanto Guatavita, e onde havia mais a ser levado em conta que a maneira que Bolívar tinha atravessado uma montanha (Viagem a Machu Picchu Peru) .