Machu picchu – Cusco el Ombligo del Mundo Capitulo 5

 

Viaje a Machu picchu – Cusco el Ombligo del Mundo – Capitulo 5

Antes de viajar a Sudamérica, Hiram era un diminuto tornillo de la maquinaria académica de Princeton. Cuando regresó, en la primavera de 1907, las tuercas que lo fijaban se soltaron. Al llegar a Bogotá se enteró de que la salud de Alfreda había mejorado. Después de un emotivo reencuentro, Alfreda le entregó la carta que él había estado esperando por siete largos años: el rector de Yale, Arthur Hadley, finalmente le había encontrado un puesto. Dado que el Departamento de Historia de Yale seguía escéptico respecto de las calificaciones de Bingham, era solo un nombramiento temporal como profesor en la escuela de graduados. El pago era magro, lo cual significaba que Hiram debía seguir viviendo de los ingresos de su esposa (Viaje Machu Picchu Peru).

No era muy halagador, pero dado que era su primera oportunidad en el mundo académico estadounidense y «que implicaba la autoridad para enseñar la historia y geografía de Sudamérica como especialidad», Bingham aprovechó la oportunidad. Proclamó que había logrado «un triunfo sobre el prejuicio conservador» en una carta a su padre. Hiram lo trató como un llamado sagrado: debía preparar a los estudiantes de Yale para tomar la posta del desarrollo y civilización del hemisferio. «Supongo que llevo en la sangre el deseo de incursionar en campos vírgenes y llevar las cargas que otros no intentan levantar», le escribió a su padre (Viaje Machu Picchu Peru). «Lux et Ventas» —el famoso «Luz y verdad» de Yale— «es entonces el lema apropiado para mí» (Viaje Machu Picchu Peru).

1. Sus clases eran en parte historia, en parte geografía y en parte jingoísmo, tal como lo demuestra su primer examen final: «¿Qué países sudamericanos ofrecen (1) excelentes, (2) medianas, (3) pobres oportunidades para (a) un ingeniero de minas, (b) un mercenario-aventurero, (c) un capitalista, (d) un graduado de Yale promedio con un capital de $5000?». (Viaje Machu Picchu Peru).

Los profesores de tiempo completo murmuraban sobre la compostura de su joven y adinerado colega, pero a los estudiantes les gustaba. Uno se refirió a su curso como «útil, a diferencia de la mayor parte de cursos de historia» . Hadley también había contratado a Hiram para potenciar la universidad en el campo de la exploración. Ansioso por algún descubrimiento que lo hiciera famoso, Hiram estaba dispuesto a colaborar. Cuando oyó que Estados Unidos estaría enviando su primera delegación al siguiente Congreso Científico Panamericano en Chile, vio su oportunidad. Seguiría las huellas de las rutas comerciales españolas en los Andes meridionales, desd Argentina, tierra del tango y de los gauchos, hasta Bolivia, la cima indígena del continente. Después de interrumpir su viaje en Chile para representar a Yale en la conferencia, seguiría su rumbo a Lima, la capital del Peru. Sería más pragmático esta vez, tomando trenes cuando fuera conveniente, viajando acompañado de una sola persona y siempre buscando lugares en los cuales sus estudiantes pudieran invertir (Viaje Machu Picchu Peru).

Su modelo a imitar, el presidente Roosevelt, había enfriado su militarismo durante su segundo periodo; aún había un imperio que construir, pero sería uno de negocios, conocimiento y cultura, no de fuerza militar. Esta vez, Hiram dejaría las armas en casa. En junio de 1908, Hiram y sus compañeros delegados conocieron al presidente Roosevelt en la Casa Blanca. A sus treinta y tres años, se sintió complacido de estar entre aquellos pilares de las ambiciones internacionales de Estados Unidos: el coronel William C. Gorgas, quien había derrotado a la malaria y fiebre amarilla en Panamá, con lo que pudo lograr la construcción del canal; William Henry Holmes del Bureau of American Ethnology, el mayor experto del hemisferio en temas referidos a la antigüedad del hombre; el mentor de Bingham en Berkeley, Bernard Moses, ya de regreso de las Filipinas; y el doctor Leo S. Rowe, quien pondría los cimientos de la Organización de Estados Americanos, las Naciones Unidas del hemisferio occidental. Frente a un enorme globo terráqueo en la esquina de la oficina de su héroe, Bingham estrechó la mano de Roosevelt, dejando en claro si no lo estaba ya que exploraba bajo bandera estadounidense (Viaje Machu Picchu Peru).

Hiram pasó aquel verano con su familia cinco hijos para entonces y su padre, Hiram Bingham Jr„ quien había regresado al continente para recuperarse de un derrame cerebral. Para su cumpleaños, su hijo tuvo un buen gesto: fueron juntos a la iglesia por primera vez en años. Hiram Jr. enfermó después, y su hijo esperó a que lo dieran de alta antes de tomar el vapor y levar anclas para Sudamérica. Mientras Hiram estaba en altamar, su padre sufrió una recaída y murió. Pasarían meses antes de que Hiram se enterara, al darle alcance la carta en que su esposa se lo informaba. «No te acostumbres a vivir tu vida sin mí», subrayó ella . Cuando se enteró, sin embargo, la reacción de Bingham fue privada y silenciosa (Viaje Machu Picchu Peru).

Tan solo podía seguir explorando. Los Andes eran su futuro, y su familia parecía hundirse en el océano detrás de él. Hiram Bingham se sujetó con fuerza mientras el carruaje de ocho caballos partía de Quiaca, un pueblo de frontera boliviano, y fue acelerando entre baches en el descampado de las alturas de los Andes meridionales. Hiram se aferraba del costado de la carroza, esperando no marearse antes de llegar al siguiente pueblo, aunque estaba satisfecho con estar enrumbado. El y su compañero de viajes, un estudiante de Yale llamado Huntington «Coot» Smith Jr., habían tomado el tren en Buenos Aires y cruzaron las polvorientas pampas hasta llegar a Bolivia. Una vez en la frontera cambiaron su ropa citadina por ropa de montar, pero de poco les sirvió. En un sombrero ancho y poncho boliviano de lana, las limpias botas de Bingham y su estatura resaltaban aún más. En Quiaca, dos «anglosajones de ruda apariencia» se sentaron al costado de los hombres de Yale, sin ser invitados (Viaje Machu Picchu Peru).

En voz baja, pero con aire intimidatorio, empezaron a hablar de los asaltantes que asolaban los caminos bolivianos, «que habían huido de Estados Unidos perseguidos por la ley y el orden, y buscados a muerte en todo el mundo por los agentes de Pinkerton», el ejército particular de agentes que rompían huelgas y prevenían el hurto de las ganancias de las industrias estadounidenses . Bingham y Coot se sintieron aliviados cuando llegó el siguiente carruaje. En el siguiente pueblo, Hiram y Coot se enteraron de que se habían librado de un peligro muy real. En efecto, los dos rufianes eran bandoleros, y probablemente eran cómplices de dos pistoleros estadounidenses que hacía una semana habían asaltado una carroza que portaba los salarios de una mina de plata. Soldados bolivianos habían arrinconado al segundo par uno de los cuales realmente estaba fugado de los Pinkertons en una pensión. Cuando se disipó el humo, los dos bandidos fueron enterrados en tumbas anónimas, cada cuerpo llevándose media docena de balas al otro mundo. Bingham apuntó la anécdota, sin percatarse de su relevancia. Anne Meadows y Daniel Buck, un par de autores actuales, creen que los dos hombres muertos por los bolivianos habrían sido nada menos que los famosos asaltantes Robert LeRoy Parker y Harry Alonzo Longabaugh, también conocidos como Butch Cassidy y el Sundance Kid (Viaje Machu Picchu Peru).

El par había estado viviendo en el área en esa época, y la historia de Bingham confirma los numerosos rumores sobre su muerte. Y en un giro aun más curioso, Bingham compró una de sus muías. «Mientras su dueño anterior se beneficiaba de sus raudas patas y espléndidos pulmones, no pudo ser alcanzado por los soldados bolivianos», reflexionó luego el profesor, sin percatarse de su encuentro con otra leyenda americana. Hiram pronto pudo poner a prueba las «raudas patas» de la muía. En una posada rural a 3967 metros sobre el nivel del mar, a unos pocos kilómetros de la antigua ciudad argentífera de Potosí, Bingham sufrió un ataque brutal de soroche mal de altura y decidió ir en busca de un médico (Viaje Machu Picchu Peru).

El posadero quechua rechazó uno de los billetes de Bingham, alegando que era de un banco poco fiable. El rechazo indignó al estadounidense: «La idea de que un [quechua] servil se rehusara a recibir dinero legítimo era irritante, e hice mi mejor esfuerzo, a pesar de mi soroche, para obligarle a aceptarlo». Bingham intentó con otro billete, pero al temblar su mano de «frío o emoción», lo rompió. El indígena rechazó ese billete también; Bingham enrolló el primer billete, lo arrojó y escapó. El posadero corrió tras él, agarró sus bridas e intentó frenar su huida. Furioso, Bingham lo estrelló contra un muro hasta que se soltó. Bingham impenitentemente incluyó esta historia en su siguiente libro, «creía que nos seguiría con piedras o algo peor, pero como era un mero [quechua] aceptó lo inevitable y no lo volvimos a ver» (Viaje Machu Picchu Peru).

Hiram prosiguió camino al Congreso Científico Panamericano en Santiago de Chile, donde reveló lo que había aprendido hasta entonces sobre la historia de Sudamérica. Declaró que los indígenas quechua hablantes eran una «raza atrasada», lo cual facilitaba comprender cómo los «valientes, intolerantes y corajudos» conquistadores habían derrotado a los incas. En contraste, los españoles habían logrado una «maravillosamente veloz conquista de América». Lo único que les hacía falta a sus herederos modernos era el «sentimiento de unidad racial» que había hecho posible a los Estados Unidos, dictaminó Bingham. Pero la comprensión histórica basada en las razas que proponía Bingham y el sentido que le daba a la vida estaban a punto de ser sacudidas. En Bolivia, había visto las interesantes pero muy saqueadas ruinas de Tiahuanaco y había revisado un muy interesante libro escrito por E.G. Squier, un diplomático estadounidense que había explorado los Andes meridionales del Peru en la década de 1860. Squier era un excelente dibujante, y sus ilustraciones de los puentes de cuerda y ruinas incaicos le resultaron fascinantes a Bingham. Había pensado tomar un vapor directo de Santiago a Lima cuando terminaran las reuniones y discursos. Inspirado, en enero de 1909 más bien desembarcó en el meridional puerto peruano de Moliendo. Con sus credenciales como delegado al Congreso, logró obtener un boleto gratuito con el cual avanzaría 780 kilómetros y ascendería 4300 metros por tren en los Andes. Se dirigía a la tierra de los incas. Fue el desvío que definiría su vida. El paisaje que se veía desde la ventana del tren había cambiado mucho desde que el Peru ganara su independencia a fines de 1824. A lo largo de sus primeras dos décadas, caudillos peruanos lucharon por controlar un país que luchaba por preservar su capital, agricultura e infraestructura minera (Viaje Machu Picchu Peru).

Los fondos del gobierno provenían de aduanas mal llevadas y del «tributo» de los indígenas del país . Charles Darwin visitó el Peru en 1835 y se asombró ante la aparente anarquía del Estado. A comienzos de la década de 1840, el Peru se dio con una poco ortodoxa mina de oro: el guano de aves. Las islas costeras del país estaban cubiertas de esta sustancia rica en fosfatos y nitrógeno, los cuales Europa necesitaba para hacer fertilizantes y pólvora. El Peru se volvería el más grande exportador de Sudamérica, lo que le permitiría desarrollar sus industrias laneras, algodoneras, cupríferas y salitreras. Sin embargo, los cimientos de esa estabilidad eran endebles. El gobierno promulgó reformas liberales por las cuales se manumitieron los veinte mil esclavos del país y se eliminó el tributo indígena, pero aquellas reformas también separaron a muchos campesinos indígenas de sus tierras. El dinero obtenido de las concesiones guaneras fue a parar a compañías extranjeras y a los acreedores del país . Cuando el boom guanero llegó a su fin, el Peru se endeudó aún más, y finalmente cayó en bancarrota en 1870. El país tocó fondo en 1879, cuando Chile, apoyado por Inglaterra, le declaró la guerra a Bolivia, un aliado del Peru (Viaje Machu Picchu Peru).

Dado que Peru y Bolivia tenían una alianza secreta, el ejército chileno invadió el Peru también. Para cuando el Peru se rindió en 1883, cediendo su provincia más meridional a Chile, el ejército invasor había saqueado Lima. Pese a que en el largo plazo el gran perdedor de la guerra fue Bolivia, que perdió su salida al mar, la población indígena del Peru también sufrió mucho. Conformaban la primera línea del ejército y muchos desertaron y retornaron a sus pueblos, pues no deseaban luchar en lo que percibían como una guerra de blancos. Algunos se rebelaron contra sus comandantes, otros formaron sus propias huestes para luchar contra los chilenos, pero las élites costeñas del Peru los reprimieron y borraron de la historia una vez que terminó la guerra . Tal como escribiera un historiador años después: «La mezcla de odio, desprecio y temor de los grandes propietarios blancos y costeños hacia las clases populares sometidas a ellos indígenas, chinos y negros era idéntica a la que los conquistadores españoles habían mantenido hacia el pueblo andino conquistado» (Viaje Machu Picchu Peru).

Para recuperarse de la guerra, los partidos políticos de la élite peruana adoptaron una política de liberalización económica casi total. Compañías estadounidenses y británicas recibieron grandes concesiones para desarrollar la infraestructura, riqueza mineral y recursos naturales del país. El Peru una vez más era tema de discusión en Londres y Nueva York. Para 1909, la economía peruana se había estabilizado y sus élites disfrutaban del glamour de «La República Aristocrática». Para la mitad de los cuatro a cinco millones de indígenas peruanos, aquel influjo de riqueza cambió poco su estatus, o quizá hasta lo empeoró11. Las compañías estadounidenses tenían en sus minas sus propias fuerzas policiales, que vigilaban que la mano de obra indígena no huyera. El capital británico ayudó a financiar un boom cauchero en el oriente del Peru. Algunas tribus selváticas se beneficiaron del vibrante comercio de Winchesters, hachas y vidas humanas, pero otras tribus, especialmente en la región septentrional del Putumayo, se vieron esclavizadas, torturadas y asesinadas masivamente por empleados de las compañías caucheras. No obstante, existía esperanza. Desde mediados del siglo XIX, campesinos indígenas del sur del Peru se movilizaban periódicamente, rebelándose contra funcionarios gubernamentales y terratenientes. Otros emigraron a las ciudades para escapar del campo y mejorar sus condiciones de vida (Viaje Machu Picchu Peru).

Los trabajadores urbanos se vieron confrontados con ideologías radicales y formaron sindicatos, y en abril de 1911, por vez primera en la historia del Peru, organizaron una huelga. Dándose cuenta del peligro y de la oportunidad política, en 1909 el presidente peruano Augusto B. Leguía promulgó una serie de leyes laborales que prohibieron a las autoridades gubernamentales exigir trabajo gratuito de los indígenas y decretó que nadie estaba «obligado» a trabajar en las minas. Independientemente de la efectividad de estas leyes, la intelectualidad del país celebró sus raíces andinas y su noble «raza quechua», buscando documentar los abusos a los cuales estaban sometidos los indígenas rurales, criticando asimismo el eurocentrismo de Lima, cuya mirada se dirigía hacia el exterior. Lo que es más importante, idolatraban la todavía habitada ciudad andina y precolombina hacia la que se dirigía el tren de Bingham: Cusco, o tal como tradujo el cronista Inca Garcilaso de la Vega, «el ombligo del mundo. Hiram despertó el 28 de enero de 1909 en el pueblo de Checcacupe. Agotado, conoció a quien sería su compañero de viajes en el último trecho de su épico viaje a través de los Andes. Su nombre era Clarence Hay, tenía veinticuatro años y era el secretario de la delegación estadounidense en Chile. Su padre era John Hay, el Secretario de Estado de Estados Unidos quien falleció en 1905, después de ayudar a Roosevelt a hacer de Estados Unidos una potencia mundial. Mientras Clarence y Hiram conversaban, el tren llegó llegando al valle del Huatanay, a 3500 metros sobre el nivel del mar. Pendientes repletas de gruesos tallos de maíz y plantas azules y verdes de papa pasaron rápidamente; la tierra roja y piedras moradas resplandecían después de las lluvias. Bingham fue impactado por la calidad dorada de la luz y la aparente felicidad de la gente (Viaje Machu Picchu Peru).

Tal como ocurrió con los incas cuando llegaron al valle hacía siglos, Bingham estuvo encantado. Según el mito fundacional inca, sus antepasados establecieron el Cusco allí donde el legendario fundador Manco Cápac hundiera su vara en la tierra. Sobre esta vara, Manco Cápac construyó el Cusco y su templo del sol, elCcoricancha . Más allá de la leyenda, los académicos en 1909 creían que un pueblo megalítico de gran antigüedad, responsable de las más grandes obras de piedra de los Andes, había precedido o coexistido con los incas en el Cusco. Los académicos actuales reconocen la cualidad mítica de las historias incas y sugieren que estos llegaron al valle desde los alrededores del lago Titicaca en algún momento del siglo XII. Otras culturas habían prosperado en los Andes antes que ellos, pero los incas eran únicos. Alrededor de 1440, mientras España intentaba la reconquista de la Península Ibérica, los chancas, provenientes de un pueblo vecino, invadieron el Huatanay, casi conquistando a los incas. Un líder llamado Pachacútec cuyo nombre en quechua significa «sacudidor de la tierra» o «cambiador del mundo» los expulsó, con lo que expandió el territorio Inca significativamente más allá de su perímetro defensivo . Bajo Pachacútec, los incas se expandieron por todos los Andes. Gran arquitecto y estadista, marcó sus conquistas con nuevas fortalezas y estructuras religiosas unidas por caminos y almacenes. Las etnias que resistían eran brutalmente derrotadas y reubicadas. Siempre y cuando accedieran a hablar quechua y a adorar al sol cuyo avatar en tierra era, muy convenientemente, el Emperador mismo recibían buen trato. A diferencia de sus predecesores en Mesoamérica, los olmecas y los mayas, los incas no desarrollaron la escritura, pero sus cuerdas anudadas conocidas como quipus contabilizaban sus bienes y cronogramas (Viaje Machu Picchu Peru).

El imperio era muy estratificado, pero los incas recolectaban y organizaban la mano de obra, comida y bienes de una manera que luego sería comparada, quizá de manera exagerada, con un socialismo agrario. Tras la muerte de Pachacútec, sus herederos prosiguieron sus ambiciones. La sucesión incaica era perfecta para la continua expansión: el heredero del emperador recibía su título, pero no sus tierras o palacios, lo cual estimuló sucesivas conquistas en los Andes . Cuando los españoles llegaron, el Tahuantinsuyu, o la tierra de cuatro cuartos o suyos, tenía 4000 kilómetros de largo. El cuarto noroccidental, Chinchaysuyu, se extendía hasta la Colombia actual; el suroccidental Cuntisuyu se extendía hasta Chile; el Collasuyu se extendía hacia el sureste por Bolivia y el norte de Argentina; y hacia el noreste estaba el misterioso Antisuyu, donde las pendientes orientales de los Andes se mezclaban con la selva del Amazonas. Era un reino más grande que cualquier otro en el planeta en ese momento, o como sugirió el periodista Charles C. Mann, era «como si una sola potencia gobernara desde San Petersburgo hasta el Cairo» . Mientras el poder incaico se extendía hacia afuera, la riqueza fluía hacia adentro. Los incas consideraban que el oro y la plata eran sagrados y usaban «el sudor del sol y las lágrimas de la luna» en el Cusco, la capital sagrada del Imperio. Cada emperador construía un palacio de piedra donde residiría su momia, que era cubierta de oro después de la muerte del Inca. Cubrían su plaza con conchas de mar y pequeñas representaciones de llamas de oro y plata. El agua potable de la ciudad era distribuida a través de canales (Viaje Machu Picchu Peru).

Las doradas paredes del templo del sol del Ccoricancha tenían antorchas que alumbraban la ciudad con una cálida luz durante la noche. Ansiosos por ver lo que sobrevivía de todo ello, Bingham y Hay miraban por la ventana mientras su tren arribaba en la improvisada estación un cuarto de milla al sur de la ciudad. El prefecto del Cusco el funcionario gubernamental más importante en aquel lugar de los Andes subió a los dos honorables delegados del Congreso Científico Panamericano a una carroza. Sacudiéndose a lo largo de una «avenida mal mantenida» bordeada de alisos, Bingham divisó Santo Domingo, el monasterio que los españoles construyeron encima del Ccoricancha. El oro que alguna vez cubriera el templo del sol, lógicamente, había desaparecido hacía tiempo. Después de desembarcar en el Peru en 1532, los españoles fueron atraídos por la riqueza de la ciudad como las abejas al polen. Tal como dijo John Hemming, «El saqueo del Cusco fue uno de aquellos raros momentos de la historia en que los conquistadores desvalijaron a su antojo la capital de un gran imperio». Los indígenas lloraban mientras veían a los españoles derretir setecientas placas del Ccoricancha de dos kilogramos cada una, así como un jardín entero de plantas y animales de plata y un enorme altar de oro. El saqueo asombró incluso a los sacerdotes españoles. «Su única preocupación era recolectar oro y plata y hacerse a sí mismos ricos, sin pensar en que lo que hacían estaba mal y que estaban destrozando y destruyendo», escribió uno, «ya que lo que estaba siendo destruido era más perfecto que cualquier cosa que disfrutaran o poseyeran» . Pero había un límite a la capacidad destructora de los españoles. Hiram podía ver que los edificios de la ciudad eran coloniales en sus exteriores: techos de lozas rojas, balcones de madera y paredes blancas (Viaje Machu Picchu Peru).

Pero cuando su carruaje se detuvo en la Plaza del Regocijo, notó un edificio al frente de su hotel: una enorme casa que había pertenecido a la familia del cronista Inca Garcilaso de la Vega. La fachada era colonial, pero sus cimientos, tal como los de muchos otros edificios del centro de la ciudad, eran incas: enormes piedras tan bien calzadas que ni siquiera un alfiler podía insertarse entre ellas. Cuando los terremotos tumbaban la mitad española de los edificios, sus cimientos indígenas permanecían en su sitio. Hiram y Hay despertaron a la mañana siguiente en una ciudad que solo recientemente se había sacudido del sopor del siglo XIX, un periodo durante el cual la riqueza y poder fluyeron desde las provincias hacia Lima y Cusco fue relegado al pasado. La población de la ciudad era de unas diecinueve mil personas, la cuarta parte de las cuales era identificada como blancos, un cuarto indígena y alrededor de la mitad como mestizos . Pese a que en las últimas décadas se había desarrollado una clase de mercaderes e industriales, la ciudad seguía pareciendo una pirámide cuya minúscula cúspide consistía de una clase mayormente blanca de terratenientes que viajaban constantemente entre sus casas aledañas a la plaza y sus haciendas en los valles cercanos. Su riqueza se había construido sobre la base indígena de la pirámide, los campesinos quechua hablantes que cultivaban el café, caña de azúcar, cacao, piñas, paltas, plátanos, papayas y la hoja de coca (Viaje Machu Picchu Peru).

En la ciudad cumplían las funciones de sirvientes, aguateros y porteadores. Eran prácticos y trabajadores, y pasaban largas horas junto a la creciente clase media en los bares, tomando chicha, la misma cerveza de maíz sagrada, ácida y espumosa que disfrutaban los incas. Para hacer sus necesidades se escurrían a las silenciosas, angostas y empedradas calles del Cusco, y usaban los angostos canales que iban por el centro de las calles, al igual que los incas. El tránsito no iba más rápido que el paso de un carruaje o recua de muías. «Aparte de los festivales u ocasiones especiales, las calles lucían desoladas y calmadas, respirando una atmósfera apacible y letárgica», recordaba un cusqueño. Cada noche, los lampareros trepaban escaleras y apagaban el alumbrado a gas, disipando el brillo nebuloso y amarillento de la ciudad . Durante los tres días siguientes, Hiram absorbió cuanto pudo del lugar. Visitó las muchas iglesias católicas de la ciudad, pero después las dejó por acariciar los muros incaicos en las calles. Buscando comprar souvenirs para su familia, regateó con las señoras indígenas de coloridos trajes. Evitó los desagües abiertos consideraba que la ciudad era sucia y fotografió las fuentes que supuestamente habían sido usadas desde tiempos de los incas. Visitó la plaza central de la ciudad donde, según le dijeron, los españoles ejecutaron a un revolucionario inca llamado Túpac Amaru (Viaje Machu Picchu Peru).

Bingham estaba fascinado por la antigüedad de la ciudad. No había otra ciudad en el continente que expusiera así la historia del hemisferio, tanto antigua como moderna. Hiram visitó la Universidad San Antonio Abad del Cusco, que se ubicaba al costado de la iglesia jesuíta en la plaza central. Consideró a la universidad «un tanto escuálida en comparación con la iglesia» pero se impresionó por su antigüedad. Había habido una universidad en el Cusco desde 1598, «treinta y ocho años antes que Harvard». Se entrevistó con el rector, quien era amable, si bien un tanto somnoliento, y descubrió que el objetivo de la universidad era preparar a los hijos de la clase media-alta para caballerosas carreras en derecho. La visita de Bingham se dio durante las vacaciones, sin embargo. De haber esperado a que regresaran los estudiantes, quizá podría haber conocido a un estudiante universitario de diecinueve años llamado Luis E. Valcárcel, quien tenía una visión un tanto diferente de la universidad y de la ciudad que la rodeaba. Hijo de mercaderes que se habían mudado al Cusco a mediados del siglo XIX, la crianza clasemediera de Valcárcel le dio la comodidad para contemplar una carrera, más allá de los negocios. Era suficientemente apasionado e impetuoso como para haber sido retado a duelo dos veces en su juventud, pero también era un académico. Con espejuelos sobre la nariz y el cabello negro peinado hacia atrás, leía en todas partes en el desayuno, en el baño, en la calle y soñaba con una vida de estudio (Viaje Machu Picchu Peru).

Si su familia hubiera tenido suficiente dinero, quizá lo hubieran mandado a Lima, o incluso a Europa, para que estudiara con los grandes científicos de la época. En su lugar, lo matricularon en la universidad del Cusco. Pero la universidad no era el monasterio académico que Valcárcel esperaba. Él creía que sus profesores eran perezosos y que no se avergonzaban de cancelar sus clases. Eran estudiosos pero «sabían poco sobre los problemas de la región y sus habitantes» . En solo cuatro años, Valcárcel y sus compañeros vivieron más cambios que los que sus padres habían visto en toda su vida, y él y sus compañeros de estudios tenían mayores ambiciones. Primero había llegado el telégrafo, y en 1905 la ciudad obtuvo servicio telefónico. Alrededor de la misma época, se fundó un segundo periódico semi-regular, El Sol, tan radical como era sobrio el más añejo El Comercio. En setiembre de 1908, después de cuarenta años de planificación, llegó la más grande innovación de todas: el ferrocarril. Valcárcel siempre recordaría cómo el chillido del primer tren irónicamente llamado «El Conquistador» se oyó en la ciudad, haciendo eco en las montañas aledañas (Viaje Machu Picchu Peru).

Él y sus compañeros abandonaron sus aulas y corrieron a sumarse a la muchedumbre que vitoreaba en las vías, donde los vagones, guardafrenos e ingenieros mayormente ingleses parecían tan extraños, «un tanto como los marcianos de nuestra imaginación», escribiría Valcárcel más tarde. El ferrocarril trajo bienes, comercio y mayores avances tecnológicos al Cusco una década después un aviador italiano sería el primero en volar de la ciudad incaica a Lima – pero también trajo ideas, una nueva sensación de «modernidad» y una de las influencias más grandes en la historia del Cusco del siglo XX: turistas . Percatándose cada vez más de cómo los forasteros veían su ciudad, Valcárcel y sus compañeros empezaron a quejarse de su deslucida educación. Mientras Bingham tomaba el té con el rector de la universidad, los estudiantes estaban en las chicherías de la ciudad, discutiendo por qué la región estaba subdesarrollada. Muchos le echaban la culpa a los terratenientes y sus abusos hacia la población indígena. Otros culpaban a la complacencia de la élite y su falta de orgullo en el pasado. Cusco era «la única ciudad de América donde todos los tiempos y civilizaciones existen», Valcárcel declararía después, pero sus profesores mostraban poco interés por estudiar la historia de su ciudad con métodos «modernos» . Lo que harían producto de su descontento, sin embargo, todavía estaba por verse (Viaje Machu Picchu Peru).

Valcárcel y su generación fueron «sin lugar a dudas, no solo la más brillante que el Cusco produjo en el siglo XX, sino también la más influyente», escribió luego un historiador . A lo largo de las dos décadas siguientes ayudaron a formar el movimiento indigenista, que privilegiaba el estudio y protección de los indígenas y la historia incaica. Sus actitudes cambiarían la forma en que el Cusco miraría su propia historia, entendía su presente y se enfrentaba al futuro. Pero para inicios de 1909, todavía estaban aguardando la lucha que harían suya: una en la que cierto explorador tendría un importante papel. En su último día en la ciudad, Hiram y Hay se prestaron muías del prefecto del Cusco y atravesaron las empinadas calles del norte de la ciudad. En los límites de esta, hicieron que sus bestias subieran una quebrada. Subían cada vez más, hasta tomar una última curva en el camino y atravesar una puerta de 3,60 metros de alto, hecha de enormes piedras. Detrás de ellos, el Cusco se extendía como un textil agobiado, los techos rojos cruzados por docenas de calles, así como por plazas grises y marrones. Y ante ellos se encontraba una de las más increíbles estructuras que Bingham hubiera visto: Sacsayhuamán, una fortaleza inca y complejo religioso de más de quinientos metros de largo. Tres enormes y zigzagueantes murallas, ubicadas como terrazas, que alguna vez habían protegido a la ciudad de sus enemigos (Viaje Machu Picchu Peru).

Cada muro estaba construido de «piedras colosales, algunas de 3,60 metros de diámetro». Las piedras más altas, hasta donde Bingham podía ver, medían 7,60 metros de alto. Casi no podía comprender cómo sus constructores las habían colocado. «Hay pocas vistas en el mundo que sean más impresionantes que estas ciclópeas murallas», escribió. Le hacían recordar a los enormes templos y bellas murallas de los pobladores del Pacífico, en las islas de Pascua, en las Carolinas y en Hawái. Había crecido oyendo sobre los complejos «paganos» sobre los cuales su abuelo prácticamente bailó. Pero mientras que su abuelo había disfrutado de su ruina, Hiram sintió algo nuevo: tristeza y asombro. Tristeza porque los habitantes del Cusco habían desmontado muchas de las murallas menores del sitio para usar sus piedras en la construcción de la ciudad. Pero asombro ante la belleza, solidez y grandeza de lo que quedaba. Sus padres le habían enseñado que a la gente nativa del mundo se le debía mirar con una compasión condescendiente; era tan solo después de encontrar a Jesucristo que se volverían civilizados. Sacsayhuamán y el Cusco, sin embargo, lo desmentían: evidentemente los pueblos americanos eran bastante civilizados cuando llegaron los europeos, y algo bello, y no patético, se había perdido cuando fueron subyugados. Como historiador, Hiram había estudiado a los revolucionarios que lucharon contra España. Ahora se preguntaba si se había equivocado de tema, si la verdadera lucha por América ocurrió antes, cuando los conquistadores chocaron con los incas bajo las murallas de esta fortaleza. Sacsayhuamán era «el más impresionante espectáculo de la obra humana que haya visto en América», escribió Bingham. Y quería más (Viaje Machu Picchu Peru).

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Viagem a Machu Picchu – Cusco Umbigo do Mundo – Capítulo 5

Antes de viajar para a América do Sul, Hiram era uma pequena máquinas parafuso Princeton acadêmico. Quando ele voltou na primavera de 1907, que fixa os parafusos que foram liberados. Chegando em Bogotá ele aprendeu a saúde de Alfreda tinha melhorado. Depois de um encontro emocionante, Alfreda lhe entregou a carta que ele estava esperando por sete longos anos o reitor da Yale, Arthur Hadley, tinha finalmente encontrado-lhe um emprego. Uma vez que o Departamento de História na Universidade de Yale estava cético sobre as qualificações de Bingham, que era apenas uma contratação temporária como um professor da escola de pós-graduação. O salário era escassa, o que significava que Hiram tinha de continuar a viver da renda de sua esposa (Viagem Machu Picchu Peru).

Não foi muito lisonjeiro, mas desde que foi sua primeira oportunidade no mundo acadêmico americano e «autoridade implícita para ensinar história e geografia da América do Sul como uma especialidade», Bingham aproveitou a oportunidade. Ele alegou que ele tinha conseguido «uma vitória sobre o viés conservador» em uma carta a seu pai. Hiram tratou-o como um chamado sagrado: deve preparar os alunos para Yale para assumir o cargo de desenvolvimento e civilização do hemisfério. «Eu acho que é no meu sangue o desejo de se aventurar em campos virgens e levar os fardos que outros não tente levantar», ele escreveu a seu pai (Viagem Machu Picchu Peru). «Lux et Sales» -a «luz e verdade» famosa Yale «é, então, o lema apropriado para mim» (Viagem Machu Picchu Peru).

1. Suas aulas eram parte história, geografia e parte jingoism, como evidenciado por seu primeiro exame final: «O que países sul-americanos oferecem (1) excelente, (2) médias, (3) oportunidades pobres para (a ) um engenheiro de minas, (b) um mercenário-aventureiro, (c) um capitalista, (d) um graduado de Yale média com um capital de US $ 5000? «. (Viagem Machu Picchu Peru).

professores em tempo integral foram resmungando sobre a postura de seu colega jovem e rico, mas alunos gostaram. Um curso referido como «útil, diferentemente da maioria dos cursos de história.» Hadley também tinha contratado Hiram para melhorar a universidade no campo da exploração. Ansioso para alguns descoberta poderia torná-lo famoso, Hiram estava disposto a colaborar. Quando ele soube que os Estados Unidos iriam enviar a sua primeira delegação para o próximo Congresso Pan Scientific American no Chile, ele viu sua chance. Siga os passos de rotas de comércio espanholas no sul dos Andes, Deds Argentina, terra do tango e gaúchos, a Bolívia, a cúpula indígena do continente. Depois de interromper a sua viagem no Chile para representar Yale na conferência, seguiria seu curso para Lima, capital do Peru. Seria mais pragmática desta vez, tendo trens quando apropriado, viajando acompanhado por uma pessoa e sempre à procura de locais onde os alunos pudessem investir (Viagem Machu Picchu Peru).

Seu modelo, Presidente Roosevelt, tinha esfriado seu militarismo durante seu segundo mandato; ainda havia um império de construir, mas seria um negócio, conhecimento e cultura, não a força militar. Desta vez, Hiram deixar as armas em casa. Em junho de 1908, Hiram e seus colegas delegados encontrou com o presidente Roosevelt na Casa Branca. Aos trinta e três anos, ele teve o prazer de estar entre esses pilares das ambições internacionais dos Estados Unidos: Coronel William C. Gorgas, que tinha derrotado a malária ea febre amarela no Panamá, que poderiam alcançar a construção de canal; William Henry Holmes do Bureau de Etnologia Americana, o maior especialista no hemisfério sobre questões relacionadas com a idade do homem; mentor de Bingham em Berkeley, Bernard Moses, e retorno das Filipinas; e Dr. Leo S. Rowe, que colocou as fundações da Organização dos Estados Americanos, a Organização das Nações Unidas no Hemisfério Ocidental. Diante de um enorme globo no escritório de canto de seu herói, Bingham apertou as mãos de Roosevelt, tornando claro se ele já não estava explorando sob a bandeira dos EUA (Viagem Machu Picchu Peru).

Hiram passado que o verão com sua família de cinco filhos, em seguida, e seu pai, Hiram Bingham Jr «que havia retornado ao continente para se recuperar de um acidente vascular cerebral. Para o seu aniversário, seu filho era um bom gesto foram juntos à igreja pela primeira vez em anos. Hiram Jr. doente depois, e seu filho esperou até que foi descarregada antes de tomar o vapor e zarpar para a América do Sul. Enquanto Hiram estava no mar, seu pai sofreu uma recaída e morreu. Seria meses antes de Hiram descobriu, para pegar-lhe a carta em que sua esposa relatou ele. «Não se acostumar a viver a sua vida sem mim», disse ela. Quando, porém, ele aprendeu a reação de Bingham era privado e tranquilo (Viagem Machu Picchu Peru).

Eu poderia simplesmente continuar explorando. O Andes eram seu futuro e sua família parecia afundar no oceano atrás dele. Hiram Bingham segurou firme como o transporte de oito cavalos começou a partir de Quiaca, uma cidade de fronteira com a Bolívia, e foi acelerando entre os buracos na clareira das alturas do sul dos Andes. Hiram agarrou-se ao lado do carro, na esperança de não ficar tonto antes de chegar à próxima cidade, embora ele estava satisfeito com ser enrumbado. Ele e seu companheiro de viagem, um estudante na Universidade de Yale Huntington chamou de «Coot» Smith Jr., tinha tomado o trem em Buenos Aires e atravessou as planícies empoeiradas para alcançar Bolívia. Uma vez no citadina fronteira mudavam de roupa de equitação roupas, mas sem sucesso deles. Em um chapéu de abas largas e um poncho de lã boliviana, botas limpo Bingham e sua estatura destacou-se ainda mais. Em Quiaca, dois «anglo-saxónica de aparência áspera» sentou-se ao lado dos homens Yale, espontaneamente (Viagem Machu Picchu Peru).

Silenciosamente, mas com refrigeração de ar, eles começaram a falar sobre os atacantes que invadiram as estradas bolivianas «, que tinham fugido dos Estados Unidos perseguido pela lei e da ordem, e procurou a morte em todo o mundo por agentes da Pinkerton ‘ , o exército pessoal de agentes que quebrou greves e impediu o roubo de lucros das indústrias norte-americanas. Bingham e Coot foram aliviado quando o próximo show veio. Na aldeia próxima, e Coot Hiram soube que havia escapado de um perigo muito real. Na verdade, os dois bandidos eram bandidos, e provavelmente foram cúmplices dos dois atiradores norte-americanos que, há uma semana tinham assaltado um float transportando os salários de uma mina de prata. tropas bolivianas haviam conquistado o segundo par um dos quais foi realmente escapou das Pinkerton em uma pensão. Quando a fumaça se dissipou, os dois bandidos foram enterrados em sepulturas sem identificação, cada organismo que meia dúzia de balas em outro mundo. Bingham disse que a história, sem saber da sua relevância. Anne Meadows e Daniel Buck, um par de autores atuais acreditam que os dois mortos por homens bolivianos teria sido nada menos do que os famosos atacantes Robert LeRoy Parker e Harry Alonzo Longabaugh, também conhecido como Butch Cassidy e Sundance Kid (Viagem Machu Picchu Peru).

O par estava vivendo na área naquele tempo, ea história da Bingham confirmou os muitos rumores sobre sua morte. E em uma reviravolta ainda mais curioso, Bingham comprou uma de suas mulas. «Enquanto proprietário anterior beneficiaram de suas pernas velozes e pulmões esplêndidas, não poderia ser alcançado por soldados bolivianos», refletiu o professor, em seguida, sem saber de seu encontro com outra lenda americana. Hiram poderá em breve testar as «pernas velozes» da mula. Em uma pousada país em 3967 metros acima do nível do mar, a poucos quilómetros da cidade antiga de prata de Potosí, Bingham sofreu um ataque brutal de altitude doença da altitude doença e decidiu ir para um médico (Viagem Machu Picchu Peru).

Quechua gerente rejeitou um dos bilhetes Bingham, alegando que era um banco confiável. A recusa irritou os EUA: «A ideia de que a [Quechua] servil recusou-se a receber dinheiro legítimo era irritante, e eu fiz o meu melhor, apesar de minha doença de altitude, para forçá-lo a aceitá-la.» Bingham tentou com outro bilhete, mas a apertar sua mão «frio ou emoção,» quebrou. Os indígenas também rejeitou essa conta; Bingham rolou o primeiro bilhete, atirou-o e fugiu. O estalajadeiro correu atrás dele, agarrou-lhe o freio e tentou impedir sua fuga. Furioso, Bingham caiu-lo em uma parede até que ele foi lançado. Bingham impenitentemente incluiu esta história em seu próximo livro, «Eu pensei que faria com pedras ou pior, mas como era um mero [Quechua] aceitou o inevitável e não voltou a ver» (Viagem Machu Picchu Peru).

Hiram fui caminho para o Congresso Pan-Americano Científico em Santiago do Chile, onde ele revelou o que tinha aprendido até agora sobre a história da América do Sul. Ele afirmou que os falantes indígenas quíchuas eram uma «raça para trás», o que facilitou a compreensão de como os conquistadores «intolerantes bravos e corajosos» havia derrotado os Incas. Em contraste, os espanhóis tinham feito uma «conquista maravilhosamente rápida da América.» Tudo o que precisavam seus herdeiros modernos foi o «sentido de unidade racial» que tinha permitido nos Estados Unidos, Bingham governados. Mas a compreensão histórica, com base nas raças Bingham propostas e a sensação de que deu vida estavam prestes a ser abalada. Na Bolívia, ele tinha visto as ruínas interessantes, mas muito sobredita de Tiwanaku e tinha revisto um livro muito interessante por E. G. Squier, um diplomata americano que tinham explorado a Andes do sul do Peru na década de 1860 Squier foi um excelente desenhista e suas ilustrações de pontes de corda e ruínas incas eram fascinantes para ele Bingham. Eu tinha pensado em tomar um vapor direto de Santiago a Lima, quando terminou em reuniões e discursos. Inspirado, em janeiro 1909 em vez desembarcou no porto peruano sul de Mollendo. Com suas credenciais como um delegado para o Congresso, ele conseguiu obter um bilhete gratuito com o qual a avançar montante de 780 km e 4300 metros Trem nos Andes. Ele estava indo para a terra dos Incas. Foi o desvio que definiria sua vida. A paisagem vista da janela do trem tinha mudado muito desde o Peru ganhou sua independência no final de 1824. Durante suas duas primeiras décadas, os senhores da guerra peruanos lutou para controlar um país que luta para preservar o seu capital, agricultura e infra-estrutura de mineração (Viagem Machu Picchu Peru).

fundos do governo veio de costumes extraviadas e «tributo» dos nativos do país. Charles Darwin visitou o Peru em 1835 e foi surpreendido com a aparente anarquia do estado. No início dos anos 1840, Peru veio com um pouco ortodoxas aves guano mina de ouro. As ilhas costeiras do país foram cobertas com esta substância rica em fosfatos e de azoto, a Europa que necessários para fazer fertilizantes e pólvora. Peru é o maior exportador da América do Sul se tornaria, permitindo-lhe desenvolver suas indústrias de lã, algodão, cobre e salitre. No entanto, as bases desta estabilidade eram fracos. O governo promulgou reformas liberais para que os vinte mil escravos manumitieron país e do tributo indígena foi removido, mas essas reformas também se espalhou para muitos agricultores indígenas de suas terras. O dinheiro obtido com as concessões de guano foi para empresas estrangeiras e os credores do país. Quando o boom guano chegou ao fim, Peru emprestado ainda mais e, finalmente, foi à falência em 1870. O país atingiu o fundo em 1879, quando o Chile, apoiado pela Inglaterra declarou guerra à Bolívia, um aliado do Peru ( viajar Machu Picchu Peru).

Desde Peru e Bolívia tinha uma aliança secreta, o exército chileno invadiu Peru também. Para quando o Peru se rendeu em 1883, dando Chile a província mais ao sul, o exército invasor tinha saqueado Lima. Embora no longo prazo o grande perdedor da guerra foi a Bolívia, que perdeu sua saída para o mar, a população indígena do Peru também sofreu muito. Formada a primeira linha do exército e muitos desertaram e voltaram às suas aldeias, eles não desejava lutar contra o que eles percebida como uma guerra de brancos. Alguns se rebelaram contra seus comandantes, outros formaram seus próprios exércitos para lutar contra os chilenos, mas elites costeiras do Peru reprimida e fora da história, uma vez que a guerra terminou. Como escreveu um anos historiador depois: «A mistura de ódio, desprezo e medo dos grandes proprietários brancos e costeños às classes populares sujeitas a eles indígenas, chineses e negros era idêntico aos conquistadores espanhóis tinha mantido à aldeia andina conquistado «(Viagem Machu Picchu Peru).

Para se recuperar de guerra, os partidos políticos da elite peruana adotou uma política de liberalização econômica quase total. Empresas americanas e britânicas receberam grandes subsídios para desenvolver a infra-estrutura, riqueza mineral e de recursos naturais. O Peru mais uma vez foi objeto de discussão em Londres e Nova York. Para 1909, a economia peruana tinha estabilizado e suas elites se o glamour de «A República Aristocrática». Por metade do 4-5.000.000 de índios peruanos, este afluxo de pouca riqueza mudou seu status, ou talvez até mesmo o empeoró11. empresas norte-americanas tinham em suas minas de suas próprias forças policiais, guardando o trabalho indígena não fugir. A capital britânica ajudou a financiar um boom seringueiro no Peru oriental. Algumas tribos da selva beneficiou da vibrantes Winchesters comerciais, machados e vidas humanas, mas outras tribos, especialmente na região norte do Putumayo, foram escravizados, torturados e assassinados em massa por funcionários das empresas de borracha. No entanto, havia esperança. Desde meados do século XIX, camponeses indígenas do sul do Peru mobilizou periodicamente, rebelando-se contra funcionários do governo e proprietários de terras. Outros migraram para as cidades para escapar do campo e melhorar as suas condições de vida (Viagem Machu Picchu Peru).

Os trabalhadores urbanos primeira na história do Peru foram confrontados com ideologias radicais e uniões formadas, e em abril de 1911, ao mesmo tempo, organizou uma greve. Percebendo o perigo e oportunidade política, em 1909 o presidente peruano Augusto B. Leguía emitiu uma série de leis trabalhistas que proibia as autoridades governamentais para exigir trabalho livre de indígenas e decretou que ninguém foi «obrigado» a trabalhar nas minas . Independentemente da eficácia dessas leis, a intelligentsia do país realizou as suas raízes andinas e nobre «raça Quechua», procurando documentar os abusos a que foram submetidos os índios rurais também criticando o eurocentrismo de Lima, cujo olhar foi direcionado para fora. O que é mais importante, eles ainda idolatrava habitavam a cidade andina pré-colombiana e para a qual o trem estava indo Bingham: Cusco, ou traduzido como o cronista Garcilaso de la Vega, «o umbigo do mundo. Hiram desencadeou a 28 de janeiro de 1909, na aldeia de Checcacupe. Exausto, ele conheceu que seria seu companheiro de viagem no último trecho de sua jornada épica através dos Andes. Seu nome era Clarence Hay, tinha vinte e quatro anos e foi o secretário da delegação dos EUA no Chile. Seu pai era John Hay, o secretário Estado dos Estados Unidos, que morreu em 1905, depois de ajudar Roosevelt para tornar os Estados Unidos uma potência mundial. Clarence e Hiram Enquanto conversavam, o trem estava chegando à Huatanay Valley, em 3500 metros acima do nível do mar. Brincos completa de talos de milho grossas e plantas de batata azul e verde passou rapidamente; terra vermelha roxa e pedras brilharam após as chuvas. Bingham foi atingido pela qualidade de ouro da luz e da aparente felicidade do povo (Viagem Machu Picchu Peru).

Tal como aconteceu com o Incas quando chegaram ao vale por séculos, Bingham ficou encantado. De acordo com o mito fundador Inca, seus antepassados estabeleceram a Cusco, onde o lendário fundador Manco Capac afundou sua vara no chão. Nesta vara, Manco Capac Cusco e construiu o templo do sol, elCcoricancha. Além da lenda, estudiosos em 1909 acreditava que uma aldeia megalítico de grande antiguidade, responsável pelas maiores obras de pedra dos Andes, havia precedido ou coexistiu com os Incas em Cusco. estudiosos atuais reconhecem a qualidade mítica de histórias incas e sugerem que estes vieram do vale em torno do lago Titicaca em algum momento do século XII. Outras culturas floresceu nos Andes antes deles, mas os incas eram únicos. Por volta de 1440, enquanto a Espanha tentou a reconquista da Península Ibérica, os Chancas, de uma aldeia vizinha, eles invadiram o Huatanay, quase conquistaram os Incas. Um líder chamado Pachacutec, cujo nome em quechua significa «shaker terra» ou «mudar o mundo» expulsos, trazendo o território Inca expandiu significativamente para além do seu perímetro defensivo. Sob Pachacutec, os Incas expandiu ao longo dos Andes. Grande arquiteto e estadista, marcou suas conquistas com novas forças e estruturas religiosas ligadas por estradas e armazéns. Os grupos étnicos que resistiram foram derrotados e brutalmente realocados. Desde que concordem para falar Quechua e adorar o sol, cujo avatar na terra era, muito convenientemente, o próprio Imperador bem tratados. Ao contrário de seus antecessores na Mesoamérica, os olmecas e os maias, os incas não desenvolveram a escrita, mas suas cordas atadas conhecidos como khipu representaram seus produtos e horários (Viagem Machu Picchu Peru).

O império era altamente estratificada, mas os Incas reuniu e organizou trabalho, alimentos e bens de uma forma que viria a ser comparado, talvez exagerada, com um socialismo agrário. Após a morte de Pachacutec, seus herdeiros continuaram suas ambições. Inca sucessão foi perfeito para a contínua expansão: o herdeiro do imperador recebeu seu título, mas não a sua terra ou palácios, o que estimulou conquistas sucessivas nos Andes. Quando os espanhóis chegaram, o Império Inca, ou a terra de quatro trimestres, ou o seu, era de 4000 quilômetros de extensão. O bairro do noroeste, Chinchaysuyu, estendido para a atual Colômbia; Cuntisuyu sudoeste estendido ao Chile; Collasuyu estendido para o sudeste da Bolívia e norte da Argentina; e para o nordeste foi a misteriosa Antisuyo, onde as encostas orientais dos Andes, misturada com a selva amazônica. Era maior do que qualquer outro no reino planeta naquela época, ou como sugerido pelo jornalista Charles C. Mann, foi «como se uma única fonte governado a partir de São Petersburgo para o Cairo.» Enquanto o poder Inca estendidos para fora, riqueza fluiu para dentro. Os incas acreditavam que o ouro ea prata eram sagrados e usados «suor sol e lágrimas da lua», em Cusco, a capital sagrada do Império. Cada imperador foi a construção de um palácio de pedra, onde viveu sua múmia, que foi coberto com ouro após a morte do Inca. Eles cobriu o quadrado com conchas e pequenas representações de ouro e prata chamas. A água potável da cidade foi distribuída através de canais (Viagem Machu Picchu Peru).

As paredes de ouro do templo Ccoricancha sol tinha tochas que iluminavam a cidade com um dia para o outro luz quente. Ansioso para ver o que sobreviveu a tudo, e há Bingham olhou pela janela enquanto o trem estava chegando na estação improvisado um quarto de milha a sul da cidade. O prefeito de Cusco a mais importante no lugar do funcionário do governo Andes foi para os dois ilustres delegados Congresso Pan-Americano científico para um float. Sacudindo ao longo de uma «rua mal mantido» forrado com amieiros, Bingham viu Santo Domingo, o mosteiro espanhola construída acima do Ccoricancha. Ouro cobria o templo do sol, é claro, foi muito longe. Após o desembarque no Peru, em 1532, os espanhóis foram atraídos pela riqueza da cidade como abelhas ao pólen. Como disse John Hemming, «Pilhagem de Cusco era um daqueles raros momentos na história em que os conquistadores saquearam à vontade a capital de um grande império.» Os índios estavam chorando enquanto eles observavam as placas de fusão espanhóis Ccoricancha setecentos dois quilos cada, e todo um jardim de plantas e animais de prata e uma enorme altar de ouro. Saques atônitos até os padres espanhóis. «Sua única preocupação era coletar ouro e prata e tornar-se rico sem pensar que o que eles fizeram foi errado e que eles estavam cometendo vandalismo e destruição», escreveu um «, já que o que estava sendo destruída foi mais perfeito do que qualquer coisa para apreciar ou possuir. » Mas havia um limite para o poder destrutivo dos espanhóis. Hiram era evidente que os edifícios da cidade foram colonial no seu exterior: Telhas de telhado vermelho, balcões de madeira e paredes brancas (Viagem Machu Picchu Peru).

Mas quando seu carro parou na Plaza del Exultação, ele notou um prédio em frente ao hotel: um enorme casa que tinha pertencido ao cronista família Garcilaso de la Vega. A fachada era colonial, mas seus fundamentos, tais como os de muitos outros edifícios no centro da cidade, foram Incas: pedras enormes, bem calçadas que mesmo um alfinete poderia ser inseridos entre eles. Quando terremotos iria mentir a meia espanhol das construções, suas fundações indígenas permaneceram no local. Hiram e não acordou na manhã seguinte em uma cidade que só recentemente haviam abalado o torpor do século XIX, um período durante o qual a riqueza eo poder fluiu das províncias para Lima e Cusco foi relegado ao passado. A população da cidade era de cerca de dezenove mil pessoas, um quarto dos quais foi identificado como branco, um bairro indígena e cerca de metade do mestiços. Embora nas últimas décadas tinha desenvolvido uma classe de comerciantes e industriais, a cidade ainda parecia uma pirâmide cujo pico minúsculo consistiu de uma classe na maior parte branca dos proprietários que constantemente percorrida entre suas casas ao lado da praça e suas fazendas nos vales nas proximidades. Sua riqueza foi construída sobre a base da pirâmide indígenas, camponeses cultivo de café, cana de açúcar, cacau, abacaxi, abacate, banana, mamão e folha de coca (Viagem Machu Picchu Peru) Quechua de língua.

Na cidade eles cumpriram os deveres dos funcionários, porteiros e carregadores de água. Eles eram práticos e trabalhadores, e passava longas horas com o crescimento da classe média em bares, beber chicha, a mesma cerveja sagrada, azedo, milho espumosa apreciado pelos Incas. Para fazer suas necessidades correu para a calma, ruas estreitas de Cusco, e usou os canais estreitos que estavam no meio das ruas, como os Incas. A transição não estava indo mais rápido do que a passagem de um carro ou de comboio mula. «Além das festas ou ocasiões especiais, as ruas parecia deserta e calma, respirando uma atmosfera tranquila e letárgica», lembrou um cusqueño. Cada noite, subir escadas e desligar lampareros iluminação a gás, dissipando o brilho etéreo e da cidade bege. Durante os próximos três dias, Hiram absorvido tudo o que podia do lugar. Ele visitou muitas igrejas católicas na cidade, mas depois deixou de acariciar paredes incas nas ruas. Olhando para comprar lembranças para sua família, ele avançou com senhoras indígenas trajes coloridos. Ele evitou drenos abertos acreditava que a cidade estava sujo e fotografou as fontes que teriam sido usadas desde os tempos dos incas. Ele visitou a praça central da cidade, onde, como ele disse, os espanhóis executaram um revolucionário chamado Inca Tupac Amaru (Viagem Machu Picchu Peru).

Bingham estava fascinado pela cidade velha. Não havia nenhuma outra cidade do continente para expor bem a história do hemisfério, a antiga ea moderna. Hiram visitou a Universidade San Antonio Abad de Cusco, que foi localizado no lado da igreja jesuíta na praça central. Ele considerou a faculdade «um pouco magro em comparação com a igreja», mas ficou impressionado com a sua idade. Tinha havido uma universidade em Cusco desde 1598, «trinta e oito anos antes de Harvard.» Ele se reuniu com o reitor, que foi amigável, se um tanto sonolenta, e descobriu que o propósito da faculdade foi preparar os filhos da corrida de classe média superior direito cavalheiresca. A visita de Bingham veio durante as férias, no entanto. Eu esperei para voltar alunos, ele poderia ter conhecido um estudante universitário de dezenove anos chamado Luis E. Valcarcel, que tinha uma visão um pouco diferente da universidade e da cidade em torno dela. Filho de comerciantes que haviam se mudado para Cusco em meados do século XIX, de classe média educação Valcárcel deu conforto para contemplar uma carreira além dos negócios. Ele era apaixonado e impetuoso suficiente para ter sido desafiado para um duelo duas vezes em sua juventude, mas ele também era um acadêmico. Com óculos no nariz e cabelo preto penteado para trás, leia todos os lugares ao pequeno-almoço, no banheiro, na rua e sonhava com uma vida de estudo (Viagem Machu Picchu Peru).

Se a sua família teria dinheiro suficiente, talvez eles tinham enviado a Lima, ou até mesmo para a Europa para estudar com os grandes cientistas da época. Em vez disso, ele foi matriculado na Universidade de Cusco. Mas a faculdade não era mosteiro acadêmica Valcárcel esperado. Ele acreditava que seus professores eram preguiçosos e não se envergonhavam de cancelar suas aulas. Eram estudiosos, mas «sabia pouco sobre os problemas da região e seus habitantes.» Em apenas quatro anos, Valcarcel e seus companheiros viveram mais mudanças do que seus pais nunca tinha visto em sua vida, e ele e seus colegas tinham ambições mais elevadas. Primeiro veio o telégrafo, e em 1905 a cidade obteve o serviço de telefone. Na mesma época, um segundo jornal semi-regular, The Sun, foi fundada como radical como foi subestimado o velho El Comercio. Em setembro de 1908, depois de quarenta anos de planejamento, veio a maior inovação de todos: a ferrovia. Valcárcel lembre-se sempre como o primeiro grito de trem ironicamente chamado «El Conquistador» foi ouvido na cidade, ecoando nas montanhas circundantes (Viagem Machu Picchu Peru).

Ele e seus companheiros deixaram suas salas de aula e correu para se juntar à multidão torcendo nas pistas, onde os carros, guarda-freio e engenheiros em sua maioria ingleses pareciam tão estranho «, um pouco como os marcianos da nossa imaginação», escreveu ele mais tarde Valcárcel. A ferrovia trouxe bens, comércio e maiores avanços tecnológicos para Cusco uma década depois um aviador italiano seria a primeira para fazer o Inca cidade de Lima – mas também idéias trazidas, um novo sentido de «modernidade» e uma das maiores influências sobre história Cusco dos turistas do século XX. Cada vez mais percebendo como outsiders viu sua cidade, Valcarcel e seus colegas começaram a queixar-se sobre a educação sem brilho. Como Bingham tinha chá com o reitor da universidade, os estudantes estavam nas chicherías cidade, discutindo por que a região era subdesenvolvida. Muitos culparam-lo para os fazendeiros e seus abusos da população indígena. Outros culparam a complacência de elite e falta de orgulho no passado. Cusco era «a única cidade na América, onde existem todos os tempos e civilizações», declarou Valcarcel depois, mas seus professores mostraram pouco interesse em estudar a história de sua cidade com métodos «modernos». Qual seria o resultado de seu descontentamento, no entanto, ainda estava a ser visto (Viagem Machu Picchu Peru).

Valcarcel e sua geração foram «sem dúvida, não só mais brilhante do que Cusco produzida no século XX, mas também o mais influente», em seguida, escreveu um historiador. Durante as próximas duas décadas, eles ajudaram a moldar o movimento indígena, o que favoreceu o estudo e proteção dos povos indígenas e da história Inca. Suas atitudes iria mudar a forma como a Cusco iria assistir a sua própria história, compreender o seu presente e enfrentar o futuro. Mas no início de 1909, eles ainda estavam esperando a luta que faria sua própria: um em que um navegador teria um papel importante. Em seu último dia na cidade, Hiram e Hay prefeito mulas de Cusco foram fornecidos e cruzou as ruas íngremes da cidade do norte. Dentro dos limites deste, eles fizeram os seus animais ir até um riacho. Levantaram-se cada vez mais, para dar uma última curva na estrada e através de uma porta de 3,60 metros de altura, feita de pedras enormes. Atrás deles esticou Cusco como um têxtil pesado para baixo, os telhados vermelhos atravessada por dezenas de ruas, bem como quadrados cinza e marrom (Viagem Machu Picchu Peru).