Manco Inca – Peru – Sub America – Capitulo 7

 

Manco Inca – Peru – SubAmerica – Capitulo 7

Si bien es cierto que el descubrimiento de América en 1492 dio pie a que zarparan naves llenas de españoles en búsqueda de gloria y fortuna, la conquista de los incas no fue inevitable. Cuando el conquistador Francisco Pizarro, 72 hombres a caballo y 106 hombres de a pie invadieron el Peru en noviembre de 1532, efectivamente contaban con armamento superior. También tenían otra ventaja: al llegar a la ciudad inca de Cajamarca entraron en contacto con un imperio en crisis. El antiguo emperador había muerto de una enfermedad quizá la viruela europea que se había diseminado violentamente en América y sus hijos habían luchado encarnizadamente por el poder . No obstante, los incas seguían en ventaja (Viajes a Machu Picchu Peru).

En Cajamarca los españoles se enfrentaron a un ejército de cuarenta mil (o más) soldados veteranos que estaban muy familiarizados con las peculiaridades de la guerra en las sierras. Estaban liderados por un emperador de 31 años, Atahualpa, quien hacía poco había ganado la guerra sucesoria. Arrogante y majestuoso, vestía un manto de piel de murciélago; todo lo que tocaba era quemado, tal como correspondía a un dios en la tierra. Sobre todo, era despiadado. Sospechaba, con razón, de las intenciones de los españoles, y planeó capturarlos y ejecutarlos antes de que dieran un paso más. Desafortunadamente para Atahualpa, los españoles tenían un plan muy similar. Ninguna ventaja tecnológica, biológica o cultural incidió en el resultado final: este se redujo a quién atacaría primero. Atahualpa fue llevado en andas a Cajamarca, seguido de un séquito cuyas plumas, plata y oro resplandecían, pero que en su mayor parte se encontraba desarmado, quizá creyendo que los españoles jamás se animarían a atacarlo en el medio de un asentamiento inca (Viajes a Machu Picchu Peru).

Los españoles se escondían en los alrededores de la plaza central, y algunos estaban tan atemorizado que literalmente se orinaron de miedo. El fraile dominico que los acompañaba le ofreció la biblia a Atahualpa, exigiéndole que se convirtiera al cristianismo. Según algunas versiones, Atahualpa la rechazó, dándoles a los fanatizados españoles razón suficiente para atacar. Según otras, anunció que los mataría, con lo cual obtuvo el mismo resultado . Los soldados españoles se abalanzaron desde los flancos y masacraron al gentío. El mismo Pizarro prendió a Atahualpa en su litera. Atahualpa entregó un vasto rescate un cuarto repleto de oro y dos de plata pero los españoles lo acusaron de ser un gobernante injusto y de estar complotando una rebelión, y lo ejecutaron. Los conquistadores decían haber liberado el imperio y nombraron como sucesor a uno de los agradecidos hermanos de Atahualpa. Este hermano enfermó y murió al poco tiempo, pero los españoles encontraron a otro que serviría como figura simbólica, un chico de veinte años llamado Manco (Viajes a Machu Picchu Peru).

En el Cusco, los españoles vieron con asombro y horror cómo a la «coronación» de Manco se aparecieron incas tanto vivos como muertos, ya que las momias del padre de Manco y otros grandes incas fueron portadas en andas detrás del joven heredero. Para despecho de los españoles, el títere cortaría sus cuerdas. Manco era un feroz guerrero que había realizado sus propias conquistas en la selva, y rápidamente se percató de las intenciones de los españoles. Después de saquear los templos incaicos, Gonzalo Pizarro aprehendió a Cura Ocllo, la coya de Manco, es decir, su esposa principal y hermana. Para 1535 circulaban historias de que los conquistadores golpeaban, decapitaban y violaban a indios e indias en todo el reino (Viajes a Machu Picchu Peru).

En una reunión secreta con los más altos funcionarios, generales y sacerdotes del imperio moribundo, Manco hizo una lista de las muchas quejas contra los españoles. «Su codicia ha sido tanta que no han dejando templo ni palacio que no han robado, mas no les hartarán aunque todas las nieves se vuelvan oro y plata», manifestó. Los españoles incluso quemaban vivos a algunos incas. Un acto particularmente cruel, «porque las ánimas se quemen con los cuerpos y no puedan ir a gozar del cielo». Manco arrojó el guante: «paréceme que no será cosa justa y honesta que tal consintamos, sino que procuremos con toda determinación de morir sin quedar ninguno, o matar a estos enemigos nuestros tan crueles» (Viajes a Machu Picchu Peru).

Teniendo espías por todos lados, no pasó mucho tiempo antes de que los Pizarro se enteraran del plan de Manco. Enmarrocaron a Manco y torturaron y violaron a sus mujeres en su presencia. Estos abusos lo convencieron aun más de la necesidad de rebelarse. Cuando los indios de todo el imperio empezaron a matar a los españoles, Manco partió del Cusco con la excusa de que iría a traerles a los Pizarro un ídolo de oro del tamaño de un hombre. En vez de ello, se reunió con su ejército. Para la Pascua de 1536, convergieron sobre el Cusco unos 100000 a 200000 aliados de los incas. Había tantos que «de día parecía un paño negro que los tenía tapados todos inedia legua alrededor desta ciudad del Cusco», escribió Pedro Pizarra (Viajes a Machu Picchu Peru).

«De noche eran tantos los fuegos que pare<pa un cielo muy sereno lleno de estrellas» . Aquellas cien mil estrellas empezaron a gritar, aterrorizando a los 170 españoles y miles de aliados nativos que permanecían en el Cusco. La gran rebelión inca había empezado. Los soldados inca atacaron, desatando una tormenta de piedras cubiertas de brea sobre los techos del Cusco. La ciudad empezó a incendiarse y los españoles se refugiaron en la capilla de la plaza principal de la ciudad. Aislados de Lima, la recientemente fundada capital que también estaba bajo ataque, no podrían recibir refuerzos por varios meses, así que los españoles aprovecharon sus ventajas: lanzaron un ataque desesperado y audaz hacia un punto clave en el asedio impuesto por los incas, los enormes muros y torres de la fortaleza sagrada de Sacsayhuamán (Viajes a Machu Picchu Peru).

Después de tres días de lucha encarnizada con hachas, espadas y garrotes, fueron los incas quienes debieron buscar refuerzos. Buscando reagruparse, Manco se replegó hacia el norte del Cusco y se fortificó en Ollantaytambo. Este era un asentamiento monolítico ubicado en una pendiente, el cual había sido fundado por Pachacútec, el gran constructor del imperio. Manco reclutó arqueros entre sus aliados selváticos. Cuando se aproximaron los españoles, les llovieron flechas y piedras desde las alturas. Los hispánicos vacilaron, lo cual fue aprovechado por los indios, quienes se lanzaron al llano. «Y era tanta la gente que vena sobre nosotros que no cabían en las sierras ni campos» . Manco mismo lideró el ataque a caballo, y desató su arma secreta: el río Patacancha, que había sido redirigido por los ingenieros del Inca para inundar el llano (Viajes a Machu Picchu Peru).

Los caballos de los españoles fueron inmovilizados y sus jinetes huyeron. Manco había ganado la batalla, pero expulsar a los españoles del Peru ya resultaba imposible. Tenía que tomar una decisión. Desde los puntos más altos de Ollantaytambo, Manco podía dirigir la mirada río arriba, hacia Yucay, la finca de su padre, llena de fértiles campos de maíz. Reflejaba un brillo dorado en el sol, un bello recuerdo del pasado y de todo lo que ahora estaba en juego. Pero si miraba en la dirección contraria, río abajo, podía divisar el lugar donde el río Vilcanota cesaba de fluir tranquilamente en línea recta y empezaba a virar, bajar y volverse tormentoso, convirtiéndose en el violento Urubamba, que tomaba rumbo al noreste hacia las selvas del Amazonas, el Antisuyu. Era una tierra húmeda e inhóspita, cuyos ríos tormentosos, abruptos precipicios y bosques casi impenetrables habían desafiado incluso al gran Pachacútec. Ahí vivían serpientes y jaguares, así como los Antis, las feroces tribus de los llanos que practicaban el canibalismo al menos según lo que los incas les dijeron a los españoles (Viajes a Machu Picchu Peru).

Sin embargo, Pachacútec había incursionado un tanto en la región y había dejado varios complejos de palacios; y además Manco había pasado el año anterior a la llegada de los españoles pacificando tribus selváticas. Desde una de las ciudadelas de Pachacútec, los incas y sus aliados selváticos podrían repeler a los españoles y practicar su religión tal como lo habían hecho antes de la conquista . Entonces, en 1537, cuando empezaron a converger arcabuceros, jinetes y ballesteros españoles en su ubicación, Manco reunió a sus capitanes y les explicó que se replegarían a la tierra de los Antis, pero que algún día regresarían. Su ejército empezó su éxodo a través del cañón del Urubamba, cuyas paredes se erigían a su alrededor y cuya tupida vegetación atenuaba sus gritos. Después de algunas fintas hacia otros valles, cruzaron el Urubamba en un punto llamado Chuquichaca, a través de un gran puente de cuerda. Viajaron río arriba por un tributario hacia una región repleta de cumbres y jungla. Manco hizo un alto en una cresta donde se encontraba un palacio hecho con bellas piedras blancas, que había sido construido por Pachacútec generaciones atrás. Se llamaba Vitcos. Ahí haría su hogar. En un angosto valle verde adyacente había un templo del sol que contenía un santuario llamado Yurak Rumi, una enorme roca que se cernía sobre un frío y oscuro manantial. Los incas adoraban al sol y a su personificación en el emperador Inca, pero la religión andina estaba repleta de huacas y apus, que eran santuarios y espíritus de agua y piedra, respectivamente (Viajes a Machu Picchu Peru).

Lugares como Yurak Rumi, donde se encontraban los tres elementos, eran especialmente poderosos. Con siete metros y medio de altura, nueve metros de ancho y 15,8 metros de largo, el santuario estaba cubierto de diseños tallados, canales, asientos y protuberancias. El sol pasaba por encima, dejando caer extrañas sombras sobre la piedra, mas no sobre la protegida agua que había debajo. Era la cosmología inca en miniatura, «siendo el principal mocadero santuario de aquellas montañas». Este sosegado culto no duró mucho. Los españoles llegaron persiguiendo al Inca rebelde. Los hombres de Manco destruyeron el puente en Chuquichaca, pero los españoles lo reconstruyeron y avanzaron río arriba. Atacaron Vitcos, saquearon sus templos y llevaron de vuelta al Cusco a veinte mil de los seguidores de Manco, incluyendo aTitu CUSÍ, SU hijo de cinco años. Manco, sin embargo, logró escapar y prosiguió su guerra de guerrillas en las montañas, matando a jinetes españoles y a sus colaboradores (Viajes a Machu Picchu Peru).

Reconstruyó Vitcos, y a comienzos de 1539 construyó una capital más remota: un lluvioso pero protegido refugio llamado Vilcabamba, la «llanura del sol». Con el apoyo de sus aliados selváticos, Manco hizo de Vilcabamba un lugar donde se disfrutaría de la abundancia de los climas más bajos y desde donde podría planificar su guerra contra los españoles, así como adorar a Punchao, su dorado icono del sol. Salvado del Cusco, el icono brillaba a la luz de las antorchas, y en su interior se ocultaban las cenizas de los corazones de los incas. No obstante, Manco no solo estaba fortaleciendo el pasado de los incas; se estaba adaptando al futuro. Acumuló armas españolas, y techó su nuevo palacio con tejas rojas al estilo español. Mantuvo los caminos que llevaban al resto del Peru. Construyó terrazas y hogares para los refugiados que llegarían buscando huir del gobierno español. Que tales refugiados llegaran, sin embargo, seguía siendo incierto. Después de la huida de Manco, los españoles afianzaron su control sobre el antiguo reino de los incas. Consolidaron el Cusco como una ciudad colonial, reemplazando sus quemados techos de paja con tejas rojas y cubriendo de yeso los muros incas de piedra (Viajes a Machu Picchu Peru).

Los españoles despojaron a Manco de la maskaypacha, la borla imperial, in absentia y proclamaron a su hermano Paullu, colaborador hispanizado, como el legítimo Inca heredero. Los conquistadores intentaron ganarse a los numerosos incas que permanecían en Cusco, garantizando sus privilegios y apelando a sus deseos de comodidad. Viendo cómo era halagado Paullu, algunos incas vistieron ropa española; la mayoría se convirtió públicamente al catolicismo. Otros, no obstante, dirigían sus miradas hacia Vilcabamba, el nuevo hogar del verdadero emperador. Un Inca que resistió las tratativas de los españoles fue el hijo de Manco, Titu CUSÍ, quien siempre recordaría el discurso que su padre diera en Ollantaytambo. Manco le ordenó a sus seguidores: «teneis todos obligas ejión de no nos olvidar en toda vuestra vida, vosotros y vuestros descendientes, ansy a mi como a mis agüelos y visaguelos…». Les rogó que no olvidaran su herencia religiosa durante su ausencia, que rindan culto a lo que fue suyo. «.. .como beis, las villcas hablan con nosotros, y al sol y a la luna beemoslos por buestros ojos, y lo que esos [papeles] dizen no lo vemos; bien creo que alguna bez por ffuerqa o con engaño os an de hazer adorar lo que ellos adoran quando mas no pudieredes, hazeldo delante dellos y por otra parte no oluideis nuestras qerimonias; y si os dixieren que quebrantéis vuestras guacas, y esto por ffuerqa, mostraldes lo que no pudieredes hazer menos y lo demas guardaldo, que en ello me daréis a mi mucho contento .Los españoles bautizaron al joven heredero Inca, Titu CUSÍ, pero en su pecho el sol de Vilcabamba brillaba con cada vez mayor intensidad (Viajes a Machu Picchu Peru).

Capítulo 7 – LOS MEJORES PLANES – PERU

Cuando Hiram Bingham regresó de Sudamérica en la primavera de 1909, elaboró un plan de quince años y lo tituló «Los mejores planes de ratones y hombres»,omitiendo el siguiente verso del poeta escocés Robert Burns: «con frecuencia fracasan». Había extrañado a su familia y pasaría los siguientes tres años con ellos, trabajando, enseñando y escribiendo. Empezó su lista de pendientes inmediatos con una tarea que terminaría acelerando el cronograma: un artículo sobre Choqquequirau, la Cuna de Oro, que había visitado en su camino a Lima . Bingham seguía fascinado con aquella ruina. Según los lugareños, él y Hay habían sido los primeros extranjeros en viajar a esa última ciudad de los incas, el lugar de descanso final de las vírgenes del sol, las mujeres que atendían al emperador y dirigían el culto solar de los incas (Viajes a Machu Picchu Peru).

La ilusión de encontrar tesoros no se concretó lo cual reforzó su convencimiento de que historias como El Dorado no eran más que mitos indígenas pero estaba dispuesto a ver la experiencia como un hito más en su carrera como explorador: ser el primer extranjero en visitar la última ciudad de los incas. Desafortunadamente, cuando se sumergió en la biblioteca de Yale, las demás afirmaciones de los lugareños también se vinieron abajo. Para empezar, Bingham ya sospechaba de una placa que había visto en las ruinas, sobre la cual estaban escritas varias firmas y fechas. Los libros de los geógrafos peruanos rápidamente confirmaron que varios peruanos y un puñado de extranjeros, incluyendo dos exploradores franceses, ya habían visitado las ruinas desde que fueran descritas por vez primera en el siglo XVIII. Además de no ser uno de los primeros extranjeros en explorarla, Bingham descubrió que las fuentes históricas no respaldaban su creencia de que Choqquequirau era la última ciudad de los incas. La tradición de que la Cuna de Oro era el «salvaje asilo» de «los últimos sobrevivientes de la raza del sol» apenas se remontaba a la primera mitad del siglo XIX y parecía tener poca relación con las crónicas españolas, que señalaban que el último refugio del Inca había sido Vilcabamba, «pueblo en que el Rey Inga tenia su Corte y sus ejércitos, siendo este el ‘primer templo’» (Viajes a Machu Picchu Peru).

Las crónicas aseveraban que esta Vilcabamba se encontraba a dos días de viaje de un lugar llamado Puquiura, un pueblo que aún existía en las márgenes de un río llamado Vilcabamba, muy alejado del Cusco. Daba la impresión de que los geógrafos que lo precedieron habían perpetuado la tradición de que Choqquequirau era el último refugio de los incas, porque quizá podría haber sido alcanzado en dos sumamente largos días de viaje desde Puquiura. Eso le resultó a Bingham «cuando menos, un método de inferencia muy indirecto», como si un geógrafo del futuro sentado en su escritorio fuera a declarar que Boston y Washington D.C. eran el mismo lugar simplemente porque no podría haber dos lugares a distancia similar a Nueva York (Viajes a Machu Picchu Peru).

Bingham concluyó que el nombre de Cuna de Oro era pura ilusión, un nombre maravillosamente florido para una localidad que ahora consideraba haber sido una fortaleza o templo, pero no un refugio de Manco. A pesar de su decepción, la historia de Vilcabamba le resultaba fascinante. Sentía curiosidad por la rebelión de Manco, de quien pensaba que había tenido«demasiada buena sangre roja en las venas como para someterse al tutelaje español» . Nunca había estado muy interesado en los tesoros, pero la historia de una resistencia nativa contra los colonos europeos que por muy romántica que hubiera sido estaba condenada al fracaso encendió su imaginación. Además, daba la impresión de que ningún explorador hasta la fecha había encontrado el verdadero último refugio de los incas: aquel lugar llamado Vilcabamba. si lo hiciera él? Podría identificar el preciso lugar donde el más grande imperio indígena hizo su última resistencia, e izar la bandera no del Peru, sino de los Estados Unidos y Yale. Era más fácil decirlo que hacerlo, sin embargo. Una mirada rápida a la literatura sugería que el área entre el Cusco y el pueblo de Puquiura estaba repleta de ruinas incaicas que eran conocidas por los lugareños desde hacía años. Además, había competencia (Viajes a Machu Picchu Peru).

La exploración andina estaba experimentando un boom, y en 1909 un joven etnólogo de Harvard llamado William C. Farabee regresó de su propia expedición a las tierras al norte del Cusco, donde había oído un «rumor de los indios, bastante bien verificado, de una gran ciudad oculta en las laderas del valle del Urubamba» . Un joven peruano que estudiaba antropología en Harvard también tenía sus propias pistas. Julio C. Tello sería conocido más adelante como «el más grande arqueólogo del Nuevo Mundo», por sus excavaciones de las culturas costeñas del Peru. En 1910 era un hombre de herencia indígena y treinta años de edad que había trabajado y estudiado medicina en San Marcos, y en durante esa época había estudiado cráneos y huacos precolombinos . En 1909 el gobierno del presidente Augusto B. Leguía le otorgó una beca para estudiar arqueología y etnología en el extranjero, y Tello eligió la universidad de Harvard, la cual ya le había ofrecido estudios gratuitos. Tello se enteró de la visita de Bingham a Choqquequirau, y en 1910 le envió un artículo que le hizo sentir aun más presionado. Escrito por Carlos Romero, un archivero de la Biblioteca Nacional del Peru con acceso a la narración de un fraile Agustino, el artículo aseveraba que el palacio de Manco se llamaba Vitcos, no Vilcabamba, y que se ubicaba junto al pueblo de Puquiura, no a dos días de distancia. Romero había suministrado la información para que el director del Museo Nacional del Peru, Max Uhle, viajara al Cusco para hacer las averiguaciones del caso (Viajes a Machu Picchu Peru).

A Bingham le daba vueltas la cabeza. Finalmente había encontrado un misterio que requería de sus habilidades especiales como historiador y explorador, pero las pistas estaban a la vista de todos, como para que cualquiera lo resolviera. Lo único que se debía hacer era viajar más allá del Cusco, por el río Urubamba, y buscar ruinas incaicas cerca del pueblo de Puquiura. Los historiadores peruanos estaban en posición de hacerlo y Bingham no. El explorador pasó el verano de 1910 con su familia que seguía en estado de constante expansión, terminando su manuscrito sobre su más reciente expedición, y preguntándose si se le había escapado la oportunidad de su vida. Contempló la posibilidad de realizar expediciones a otros lugares, como México o Ecuador. Durante el otoño Hiram se abocó a instalarse en el nuevo hogar de su familia (Viajes a Machu Picchu Peru).

El y Alfreda eran los orgullosos padres de seis hijos, y sus suegros les habían construido una mansión de treinta habitaciones, la más grande de New Haven, en la cima de Prospect Hill, el barrio más elegante de la ciudad. Hiram se quejó de que era demasiado ostentosa para la familia de un catedrático, pero las únicas concesiones que hicieron los Mitchell fueron agregarle un techo de tejas rojas al estilo español, lo que hizo que llamaran a la residencia «Casa Allegre» deletreado así y una diminuta escalinata que conectaba su habitación él y Alfreda dormían en cuartos separados al estudio de sus sueños. El estudio era espacioso y ventilado, rodeado de ventanas en tres frentes. Tenía estantes de libros que iban desde el piso hasta el techo, los cuales ocultaban un lavabo secreto y dos mapas colgantes de Sudamérica. Un escritorio tallado a mano, con lámparas Tiffany y un estante giratorio miraban hacia la chimenea en la cuarta pared. En la repisa de la chimenea, Hiram organizó lo que hasta ese momento era la trinidad de su vida: un pequeño ídolo de madera que los gilberteses le dieron a su padre, un tenue retrato de Alfreda y un cerámico incaico proveniente del Peru (Viajes a Machu Picchu Peru).

Quizá estaba sentado en aquel estudio el 25 de noviembre de 1910, el día posterior al día de Acción de Gracias, cuando abrió una carta que sugería que no todo estaba perdido y que en realidad era el mejor momento posible para regresar al Peru y lanzarse a la búsqueda de Vilcabamba. Venía de la universidad del Cusco, la cual había sido sometida a grandes cambios desde que fuera visitada por Bingham. En mayo de 1909, los cada vez más radicales estudiantes el apasionado Luis E. Valcárcel entre ellos exigieron mayor voz estudiantil en la administración universitaria, mejores profesores y menores cobros. Los estudiantes exigieron ser oídos durante una reunión del profesorado, demanda que el rector rechazó, tras lo cual un estudiante anarquista hizo un disparo al aire. Los profesores salieron en estampida a la plaza de armas, donde las mujeres del mercado chillaron que los estudiantes estaban peleando por las únicas tres estudiantes mujeres de la universidad . Pero era algo de mayor trascendencia: los estudiantes estaba ahora en huelga (Viajes a Machu Picchu Peru).

El presidente Leguía cerró las puertas de la universidad, pero las volvió a abrir a inicios de 1910 bajo la dirección del hombre sorprendentemente joven que le escribía ahora a Bingham, un economista de veintiséis años natural de Filadelfia llamado Albert Giesecke, quien había impresionado a Leguía cuando le ayudaba a reformar el sistema educativo de Lima. Los estudiantes inicialmente se mostraron desconfiados ante su rector estadounidense; Cusco no era inmune a los rumores de las ambiciones imperiales de Estados Unidos en el hemisferio. Giesecke se los ganó, sin embargo, con nuevos profesores, cursos modernos en periodismo, sociología criminal y zoología, y un estilo agradable Los estudiantes lo idolatraban, escribió uno de los nuevos profesores a un amigo en Lima . Al igual que Bingham, Giesecke se enamoró de la historia de la región. Desde su revuelta, los estudiantes de la universidad habían canalizado sus energías a estudiara los incas y al pueblo indígena, y estuvieron dispuestos a incluir a Giesecke en este proceso (Viajes a Machu Picchu Peru).

Llevaron a Giesecke a Sacsayhuamán, donde los hombres de Manco alguna vez sitiaran a los españoles . A la sombra de las ruinas de las murallas, el joven Luis Valcárcel quizá le habría contado a su nuevo mentor sobre los libros que esperaba escribir sobre los incas, y para los cuales ya estaba imaginando títulos . Dos meses después, en una celebración del 4 de julio en honor a Giesecke, Valcárcel agasajó a la audiencia con un discurso en el que elogiaba al imperio inca y a los pueblos indígenas modernos del Peru. Giesecke devolvió el favor el 28 de julio, día de la independencia del Peru, haciendo un llamado por la preservación de los monumentos históricos, un nuevo museo en el Cusco y apoyo del gobierno para estudiar las ruinas de la región. Anunció nuevos cursos sobre la civilización incaica y lengua quechua y conferencias para mejorar las relaciones entre los pueblos nativos locales y los estudiantes. Cusco algún día sería la «Meca de Sudamérica», declaró (Viajes a Machu Picchu Peru).

Pero aún quedaba mucho por hacer. En octubre, Giesecke había intentado seguir los pasos de Bingham hacia Choqquequirau, pero las lluvias se habían llevado el puente construido por la compañía de cazadores de tesoro del prefecto Núñez. Le escribió a Bingham para preguntarle si ya había publicado sobre su visita . Bingham estaba encantado. Si Giesecke seguía intentando visitar Choqquequirau, entonces todavía era posible que nadie en el Cusco supiera que la Cuna de Oro era importante tan solo en nombre, y que la verdadera última ciudad de los incas todavía estaba por descubrirse. Bingham insertó una hoja de papel en su máquina de escribir y le escribió a Giesecke prometiéndole que, en cuanto fueran publicados, le mandaría copias de su artículo sobre Choqquequirau y el libro sobre la expedición de 1909. Habiendo ofrecido una señal de amistad, Bingham procedió a intentar sonsacarle información a su potencial competidor. «¿Ha dejado de operar la compañía de cazadores de tesoro?», escribió Bingham. «¿Ha visitado algún arqueólogo las ruinas? Había oído que el profesor Uhle» el director del Museo Nacional «iba a ir desde Lima. ¿Quién va a pagar por la reconstrucción del puente?» . La respuesta de Giesecke llegó a mediados de diciembre de 1910 y tuvo un efecto estimulante: la empresa de Núñez había dejado de existir. El puente seguía sin reparar. Ningún arqueólogo había visitado Choqquequirau ni ninguna de las demás ruinas de la región (Viajes a Machu Picchu Peru).

Bingham vio su oportunidad: podría estar en Cusco para junio de 1911, desde donde podría ir en búsqueda de Vilcabamba, la ciudad que Manco fundó en la selva y donde sus hijos hicieron su última defensa. La única pregunta, como siempre, era cómo lo financiaría. La fortuna Tiffany había financiado las primeras dos expediciones de Bingham. Para esta, la tercera, quería obtener los fondos por sí mismo, para así convocar una expedición más numerosa y multidisciplinaria, y demostrar que no era meramente un acaudalado diletante. El público podría soñar con exploradores Victorianos solitarios, adinerados y románticos abriéndose paso a machetazos en la selva en busca de ciudades míticas, tan solo para desaparecer sin dejar rastro. Bingham, sin embargo, deseaba el tipo de inmortalidad que se obtendría con logros, no con excentricidad o con la muerte. Para lograrlo, Bingham desarrolló un modelo que se asemejaba a la exploración polar: un equipo de expertos numeroso, semi permanente y multidisciplinario, organizado como una expedición naval, cuyo capitán se llevaría la mayor parte del mérito (Viajes a Machu Picchu Peru).

En abril de 1909, el comandante naval estadounidense Robert E. Peary se escapó a hurtadillas de su asociado afroamericano Matthew Henson y sus guías inuits Ootah, Seegloo, Egingwah y Ooqueah para volverse el primer hombre en llegar al Polo Norte (o al menos eso reclamaba). Al igual que Peary, Bingham buscaría la gloria para Estados Unidos y para sí mismo, pero en las selvas de los Andes. Necesitaría teodolitos, cámaras, picos, telescopios, barómetros y baúles repletos de sopa seca y chocolate: un vagón de cuero, bronce, madera y comida enlatada que pudiera sobrevivir en la selva. Tal como su padre había pilotado buques misioneros en el Pacífico, Hiram dirigiría una expedición hacia los Andes para recolectar la historia natural y humana de América, y remitirla a su patria. Una expedición como esta requería de mucho dinero. A inicios de 1910, Hiram había solicitado $88 000 de la Carnegie Institution el equivalente de 1,96 millones de dólares de hoy en día para establecer un departamento de investigación de Centro y Sudamérica que acopiaría conocimiento bibliográfico, histórico, arqueológico y geográfico. No sorprende que, dado que todavía no había demostrado su valía como académico, fuera rechazado . Yale fue tan solo un poco más amable (Viajes a Machu Picchu Peru).

La universidad acordó prestarle su nombre a la expedición y abrió un fondo para la exploración de Sudamérica que procesaría las donaciones, pero se abstuvo de financiarla ella misma. El dique finalmente se abrió cuando uno de los ex compañeros de Bingham Edward Harkness, un egresado de Yale de 1897 y uno de los herederos de la fortuna de la Standard Oil se comprometió a donar 1800 dólares si Bingham incluía a Herbert Gregory, un geólogo de Yale, en la expedición. Bingham amplió aún más su misión al anunciarla como una exploración de la geografía, geología y arqueología del 73° meridiano, que pasaba por Choqquequirau y las ruinas que se decía estaban cerca del Cusco, un lago «inexplorado» llamado Parinacochas, y una montaña sin escalar llamada Coropuna, que un arqueólogo recientemente había postulado como la más alta de América . La ampliación de objetivos atrajo más fondos. En febrero de 1911, Bingham asistió a una cena de la promoción de 1898 de Yale en Nueva York y se sentó junto a un compañero de clase llamado Herbert Sheftel. Sheftel prácticamente no había visto a Bingham desde que se graduaron, pero tenía una sorpresa para su alto amigo (Viajes a Machu Picchu Peru).

«Cuando le conté sobre mis planes y sobre cómo necesitaba 1800 dólares para pagarle a un topógrafo, sonrió y me dijo “¿Mil ochocientos? ¡Yo te los daré!”», Bingham le escribió a su esposa. «Podría haber gritado de alegría. Era una sorpresa total. Al comienzo creí que estaba bromeando. Pero no, dijo que llevaba algún tiempo siguiendo mi trabajo y que estaba decidido a ayudarme a la primera oportunidad que tuviera. ¡Ahí está!» Bingham seguía siendo aquel joven hawaiano que buscaba la aceptación de sus pares. A instancias de Sheftel, los sesenta compañeros de promoción que asistieron hicieron que Hiram les contara sobre Sudamérica. Escribió a casa que le dieron «toda una ovación, para gran sorpresa mía. Nunca antes mis compañeros me dijeron tantas cosas positivas. Ojalá hubieras estado presente» . Siguió teniendo suerte en Washington, donde buscó la ayuda del presidente William Howard Taft. Además de ser un egresado de Yale, Taft apreciaba lo que la expedición de Bingham podría significar para las ambiciones estadounidenses en la región (Viajes a Machu Picchu Peru).

Taft había reorientado la política exterior de EE.UU. desde el imperialismo activo de Roosevelt hacia la «diplomacia del dólar», a través de la cual Estados Unidos construiría su poder internacional por medio de préstamos a otros países e influyendo en los mercados. La expedición de Bingham funcionaría como una forma de diplomacia incluso más suave y sutil: Yale podría darle forma al estudio de la historia del hemisferio a la vez que bruñía una imagen benevolente de Estados Unidos en el exterior. Taft le consiguió a Bingham un topógrafo de la U.S. Coast and Geodetic Survey, un alto y tímido danés llamado Kai Hendrikson. Bingham tenía suerte incluso cuando enfermaba. Su médico era un graduado de Yale llamado William G. Erving, quien alguna vez había remado en una canoa por el Nilo desde Cairo hasta Jartum. Impresionado, Bingham lo reclutó como cirujano de la expedición. Lo necesitarían en los lugares a los que se dirigían. Bingham había sufrido de mal de altura en su última expedición y estarían subiendo rápidamente al Cusco esta vez. En la selva habría malaria, fiebre amarilla, tétanos, mordeduras de serpientes y males estomacales (Viajes a Machu Picchu Peru).

La presencia de Erving era de suma importancia. A lo largo del siguiente mes, a la Expedición Peruana de Yale (YPE-Yale Peruvian Expedition) de 1911 se sumaron cuatro miembros más, llegando a siete personas. Bingham reclutó a su mejor amigo Harry Foote como el «naturalista» de la expedición. Foote era un profesor de química de Yale amable y narigón, pero también un coleccionista de flora y fauna. Foote ayudó a elaborar el sistema de alimentación de la expedición, que consistía en pequeñas cajas llenas de comida empacada que servían para alimentar a dos hombres por ocho días (Viajes a Machu Picchu Peru).

Un estudiante de Yale de rostro dulce llamado Paul Baxter Lanius se sumó como asistente de Bingham, y su familia cubrió los costos. Para ayudarle a escalar el Coropuna, Bingham reclutó a Hermán L. Tucker, un curioso hombre de veintisiete años que había abandonado los estudios en Harvard y que había sido miembro de la expedición que desmintiera la aseveración del doctor Frederick Cook de haber sido el primero en escalar el monte McKinley. Tucker demostraría ser un tipo sencillo, socialista y miembro de los Trabajadores Industriales del Mundo (.Industrial Workers ofthe World). Horrorizó a Bingham al beber con los lugareños. La elección del último miembro de la expedición fue un asunto de mantener cerca a los rivales. El geólogo Herbert Gregory se retiró y en su lugar Bingham reclutó a Isaiah Bowman, un profesor asistente en el departamento de geografía de Yale. Bowman algún día ayudaría al presidente Woodrow Wilson a redibujar el mapa de Europa después de la Primera Guerra Mundial, dirigiría el Council on Foreign Relations y sería presidente de la Universidad de Johns Hopkins. En 1911, sin embargo, era la principal competencia que tenía Bingham por la corona de explorador, pues también había estado en el sur del Peru en 1909. Fornido como un toro pequeño, Bowman creía que Bingham era ocioso y privilegiado. Se jactaba con un colega de Harvard de que muchos más estudiantes se matriculaban en su curso de geografía sudamericana que en el de su rival, y no vio la ironía de añadir que «Bingham [era] desmesuradamente vanidoso y nunca vio la palabra ‘modestia’ en el diccionario» (Viajes a Machu Picchu Peru).

Bingham consiguió que Bowman se enrolara en la recientemente bautizada  al ofrecerle una valiosa recompensa: una copia del deteriorado mapa que Farabee (de Harvard) había hecho durante sus exploraciones tres años atrás . Con aquella, Bowman podría ir río abajo del Urubamba, casi hasta el Amazonas, buscando los túmulos y ciudades de los que había oído Farabee. Bowman seguiría su prospección geográfica hacia el oeste y se encontraría con Bingham para escalar el Coropuna. Encantado, Bowman proclamó que estaban continuando «el heroico trabajo de los primeros exploradores y fundadores, tales como Pizarra» . Era un honor discutible, sin duda, pero aun así era una comparación apropiada. Al igual que las expediciones españolas, la de Bingham era una empresa financiada por individuos ambiciosos. Bowman y Bingham se llevaban casi tan mal como los tempranos conquistadores. Ambos tenían grandes egos, y Bingham trataba a Bowman como un socio menor, a tal punto que años más tarde Bowman creía que Bingham lo había enviado al Amazonas a propósito para mantenerlo alejado de los verdaderos descubrimientos del año . El redactor de una revista describió el estilo de liderazgo de Bingham con estas palabras: «Todo hombre que le obedecía lo consideraba un jefe capaz, eficiente e incluso encantador; tan solo aquellos que tenían sus propias ideas, quienes se resentían ante la perfección y omnisciencia de cualquier hombre, encontraban irritante su liderazgo» . Si esta expedición tenía un Pizarra, entonces ese era Bingham (Viajes a Machu Picchu Peru).

El afán de control de Bingham era tal que la única posición dentro de la expedición que no solicitó fue la de «arqueólogo», ocupación que reservó para sí mismo. Sin embargo, si hubiera tenido la apertura de incorporar a alguien más, los siguientes cinco años de su vida hubieran ocurrido de manera enteramente diferente, dado que en realidad existía un candidato para ser el arqueólogo de la expedición que, retrospectivamente, hubiera sido la persona ideal para cubrir la plaza: Julio C. Tello, joven peruano estudiante de antropología en la Universidad de Harvard. El joven arqueólogo, que un tiempo atrás enviara a Bingham su artículo sobre Víteos y Vilcabamba, había terminado sus estudios y se alistaba para dar un nuevo paso. Aunque finalmente continuaría con sus estudios en Europa, durante la primavera de 1911 se encontraba buscando una oportunidad para realizar trabajo de campo. Así, logró ponerse en contacto con George Grant MacCurdy, director de antropología en el Museo Peabody de la Universidad de Yale (Viajes a Machu Picchu Peru).

Por sugerencia de Tello o idea del propio MacCurdy, en abril de ese año MacCurdy concertó una cita con Bingham para hablar de la posibilidad de incorporar a un «representante arqueológico» en la expedición peruana de Yale. En la mañana de la reunión, sin embargo, Bingham recibió un cable con la noticia de que el padre de Alfreda, su suegro, había fallecido en Jamaica. Él y Alfreda zarparon de inmediato hacia Kingston. MacCurdy se disculpó con Tello y le aseguró que le presentaría el asunto a Bingham apenas regresara. Sin embargo, cuando Bingham volvió, la conversación no favoreció a Tello. «Lamento decir que no obtuve nada de mi charla con el profesor Bingham», escribió MacCurdy a Tello a principios de junio. Tello tendría que hacer otros planes . ¿Por qué Julio C. Tello, futuro representante de la arqueología peruana, no se convirtió en el octavo miembro de la Expedición Peruana de Yale? Quizás nunca lo sabremos. Pero es difícil no especular sobre el encuentro entre MacCurdy y Bingham y sobre qué se dijo o no se dijo en aquella ocasión (Viajes a Machu Picchu Peru).

¿Realmente MacCurdy jugó a favor de Tello o sus gestiones solo fueron actos de cortesía? ¿Bingham rechazó a Tello porque no podía financiar un miembro más, o hubo algún otro problema? Sabemos que Bingham deseaba hacer el trabajo arqueológico. Pero también es posible que hubiera visto a Tello como una amenaza para su propia autoridad. Bingham tenía el control, y esta era, en esencia, una empresa norteamericana. Tello a quien más adelante llamarían «el Manco Cápac de la arqueología peruana», sin embargo, jugaría en el futuro de la expedición un irónico papel, aunque no había llegado todavía el momento . Las fuentes de financiación de la expedición también daban pistas respecto de sus valores. Para cubrir los gastos de alimentación y viajes cada persona requería mil ochocientos dólares Bingham recolectó 11 825 dólares, parcialmente de empresas vinculadas a las fronteras literales o imaginarias de Estados Unidos (Viajes a Machu Picchu Peru).

La compañía de armas Winchester donó un rifle y quinientos dólares. Minor C. Keith cuya todopoderosa United Fruit Company era dueña de ferrocarriles y plantaciones en toda Centroamérica e involucraría al gobierno estadounidense en varios embrollos militares donó 1800 dólares para otro miembro y permitió que la expedición viajara en las naves de la United Fruit a mitad de precio. Finalmente, la Eastman Kodak Company donó cámaras que Bingham prometió poner a prueba en los lluviosos valles del Peru . Para cubrir sus propios costos, Hiram se comprometió a escribir cuatro artículos para Harper’s Magazine a cambio de mil dólares. Aun así, le hacían falta ochocientos. Para obtenerlos, Bingham liquidó uno de los últimos activos que le quedaban a su familia de sus días en Honolulú, la última extensión de tierra de la donación que su abuelo, Hiram I, recibiera de la familia real hawaiana. Ignorando las protestas de los amigos misioneros de su padre, vendió la tierra a ochocientos dólares y con ello compró un boleto para el Peru (Viajes a Machu Picchu Peru).

Aunque le hería el orgullo, Bingham recurrió a Alfreda para obtener los 1800 dólares que faltaban para el cirujano de la expedición. El padre de Alfreda había muerto en abril, y la señora Mitchell se enfureció cuando se enteró de que Hiram estaba partiendo nuevamente, mientras que a Alfreda se le rompía el corazón en silencio. Alfreda no le podía decir que no, sin embargo, y en medio de una sensación de abandono y pérdida, le entregó a su esposo lo que necesitaba. «Nunca más te dejaré», le prometió. «Pero realmente creo que esta expedición aportará significativamente a la Ciencia y a la Verdad. Ese será tu premio» . Cualquier sentimiento de culpa que haya tenido Hiram se disipó en el brillo de su fase favorita: la promoción de la expedición. Atrajo a la prensa con la posibilidad de encontrar las «ciudades perdidas» de los incas, que en ese entonces eran considerados por el público como la civilización indígena más antigua e importante de América. «Es casi imposible que aquellos que estén interesados en todo aquello que ha sido y podría ser descubierto y dicho sobre los tempranos habitantes de América y aquellos son innumerables puedan oír [suficiente] sobre los incas», reflexionó el Christian Science Monitor (Viajes a Machu Picchu Peru).

«Cada página de su historia conocida o imaginada está teñida de romance. Descubrir sus ciudades perdidas, y quizá sus tesoros perdidos, no desmerecerá el encanto de este romance» . Pero para cuando Hiram partió de Manhattan a bordo del S.S. Marta el 8 de junio de 1911, tanto a los reporteros como a los lectores les resultaba un tanto difuso lo que Hiram esperaba encontrar. ¿Buscaba ruinas?, ¿o reluciente oro inca? Era decididamente lo primero. Poco antes, en marzo, le había dado al New York Sun la respuesta más clara. Dada la condición en que había encontrado a Choqquequirau, esperaba hallar muy pocos tesoros tradicionales. Después de todo, estas eran ciudades conquistadas y saqueadas. En esta expedición estaba interesado tan solo en las ruinas incaicas, que esperaba revelarían aún más sobre el esplendor de su civilización. Si estaban tan ocultas como esperaba, la mayor parte del tiempo de la expedición estaría dedicado a despejarlas de vegetación. ¿Y aun así, si fueran a encontrar por casualidad un «tesoro enterrado», se lo quedaría Yale? Bingham sacudió la cabeza. «De encontrarse cualquier cosa de ese tipo», explicó Bingham, «sería propiedad del gobierno peruano» (Viajes a Machu Picchu Peru).

[:pb]

Manco Inca – Peru – SubAmerica – Capítulo 7

Embora seja verdade que a descoberta da América, em 1492, levou a que os navios zarparam cheio de espanhóis em busca de fama e fortuna, a conquista dos Incas não era inevitável. Quando o conquistador Francisco Pizarro, 72 cavaleiros e 106 soldados invadiram o Peru, em novembro de 1532, na verdade, eles tinham armamento superior. Eles também tinham outra vantagem: para chegar à cidade inca de Cajamarca entrou em contato com um império em crise. O velho imperador tinha morrido de uma doença, talvez, a varíola Europeia que se espalhou violentamente na América e seus filhos tinham lutado amargamente pelo poder. No entanto, os Incas estavam à frente (viagem para Machu Picchu Peru).

Espanhol em Cajamarca um exército de quarenta mil (ou mais) veteranos que estavam muito familiarizados com as peculiaridades da guerra travada nas montanhas. Eles eram liderados por um imperador de 31 anos, Atahualpa, que recentemente ganhou a guerra de sucessão. Arrogante e majestoso, vestida com um taco de manto de pele; tudo o que tocava era queimado, como convinha a um deus na terra. Acima de tudo, era implacável. Ela suspeitava, com razão, das intenções dos espanhóis, e planejado para capturar e executá-los antes de ir um passo além. Infelizmente para Atahualpa, os espanhóis tinham um plano muito semelhante. Nenhuma vantagem tecnológica, biológica ou cultural teve um impacto sobre o resultado final: esta foi reduzida para quem iria atacar primeiro. Atahualpa foi levada em uma maca para Cajamarca, seguido por uma comitiva cuja penas, prata e ouro brilharam, mas a maioria estava desarmado, talvez acreditando que os espanhóis nunca ser encorajados a atacá-lo no meio de um assentamento Inca (Travel Machu Picchu Peru).

Os espanhóis estavam escondidos ao redor da praça central, e alguns ficaram tão assustados que, literalmente, urinou de medo. O frade dominicano que acompanhou oferecido a Bíblia para Atahualpa, exigindo que ele se converter ao cristianismo. Segundo alguns relatos, Atahualpa recusou, dando a razão suficiente fanática espanhol para atacar. Segundo outros, ele anunciou que iria matar, que obteve o mesmo resultado. soldados espanhóis se abateu dos flancos e massacrou a multidão. o próprio Pizarro pegou Atahualpa em seu beliche. Atahualpa entregou um vasto resgate quarto cheio de ouro e duas de prata, mas os espanhóis acusaram de ser um governante injusto e estar tramando uma rebelião, e executado. Os conquistadores alegou ter libertado o império e nomeou como sucessor de um dos irmãos de Atahualpa grato. Este irmão ficou doente e morreu logo depois, mas os espanhóis encontraram outra que serviria como uma figura simbólica, um de vinte anos de idade chamado Manco (viagem para Machu Picchu Peru).

Em Cusco, os espanhóis viram com espanto e horror como a «coroação» de Manco Inca apareceu ambos vivos e mortos, como o pai de múmias Manco e outros grandes Incas foram cobertas em uma maca atrás do jovem herdeiro. Para apesar de os espanhóis, cortar suas cordas de marionete. Manco foi um guerreiro feroz que tinha feito suas próprias conquistas na selva, e rapidamente percebeu as intenções dos espanhóis. Depois de saquear os templos incas, Gonzalo Pizarro apreendido Cura Ocllo, Manco coya, ou seja, sua esposa principal e irmã. Para 1535 circularam histórias que os conquistadores batida, violadas e degolados homens e mulheres indígenas em todo o reino (de viagem para Machu Picchu Peru).

Em uma reunião secreta com altos oficiais, generais e padres do império morrendo, Manco fez uma lista das muitas queixas contra os espanhóis. «Sua ganância tem sido tantos que não deixou templo ou palácio não ter roubado, mas não saturado los embora todo o ouro e prata neve de novo», disse ele. Os espanhóis ainda queimado vivo alguns Incas. Um ato particularmente cruel «, porque as almas queimar os corpos e não pode ir para desfrutar céu». Manco lançou o desafio: «Percebo que não seja uma coisa justa e honesta que consente, mas prosseguir com determinação a morrer sem obter qualquer, ou matar esses inimigos da nossa tão cruéis» (Viagem a Machu Picchu Peru).

Tomando espiões por toda parte, não muito tempo antes que eles aprenderam plano de Pizarro Manco. Eles enmarrocaron Manco e torturadas e violadas suas esposas em sua presença. Estes abusos convenceu-o ainda mais da necessidade de se rebelar. Quando os índios em todo o império começou a matar os espanhóis, Manco deixou a Cusco, com a desculpa de que iria levar a um ídolo de ouro tamanho Pizarro de um homem. Em vez disso, ele se reuniu com seu exército. Para a Páscoa 1536, que convergiram para Cusco cerca de 100.000 a 200.000 aliados dos Incas. Havia tantos que o «dia parecia um pano preto que cobria todo Cusco liga Desta inedia», escreveu Peter Slate (Travel Machu Picchu Peru).

«À noite, havia tantos incêndios para parar <pa um céu claro cheio de estrelas.» Essas centenas de milhares de estrelas começou a chorar, aterrorizando milhares de espanhóis e 170 aliados nativos que permaneceram em Cuzco. A grande rebelião inca tinha começado. Os soldados incas atacada, o que provocou uma tempestade de pedras cobertas de alcatrão nos telhados de Cusco. A cidade começou a pegar fogo e os espanhóis refugiaram-se na capela da praça principal da cidade. Isolado Lima, a capital do recém-fundada também estava sob ataque, eles poderiam não receber reforços para vários meses, de modo que os espanhóis tomaram as suas vantagens: eles lançaram um ataque desesperado e audaz em um ponto-chave na cerco imposto pelos incas, grande muralhas e torres da fortaleza sagrada de Sacsayhuaman (viagem para Machu Picchu Peru).

Após três dias de violentos combates com machados, espadas e paus, foram os Incas que tiveram de buscar reforços. Olhando para reagrupar, Manco recuou para o norte de Cusco e Ollantaytambo fortificada. Esta foi uma solução monolítica localizado em uma encosta, que tinha sido fundada por Pachacutec, o grande construtor de impérios. arqueiros Manco recrutados entre seus aliados silvestres. Quando os espanhóis se aproximou, eles choveu flechas e pedras de cima. Hispânico vacilou, que foi usado pelos índios, que saltou para a planície. «E tantas pessoas que veia de nós que não se encaixam nas colinas ou campos». -se Manco liderou o ataque a cavalo, e desencadeou sua arma secreta: o rio Patacancha, que tinha sido redirecionado pelos engenheiros do Inca a planície de inundação (de viagem para Machu Picchu Peru).

cavalos espanhóis e os seus cavaleiros foram imobilizados fugiram. Manco tinha ganho a batalha, mas para expulsar os espanhóis do Peru e impossível. Eu tive que tomar uma decisão. A partir dos pontos mais altos de Ollantaytambo, Manco poderia dirigir o olhar rio acima para Yucay, a propriedade de seu pai, cheio de campos de milho férteis. Refletindo um brilho dourado ao sol, uma bela lembrança do passado e tudo o que estava agora em jogo. Mas se eu olhei na direção oposta, a jusante, ele podia ver o lugar onde o rio Vilcanota deixou de fluir tranquilamente em uma linha reta e começou a virar, descer e tornar-se tempestuoso, tornando-se o Urubamba violenta, tendo dirigido a nordeste em direção às florestas Amazon Antisuyo. Era uma terra húmida e inóspita, cujos rios, penhascos íngremes e florestas quase impenetráveis de tempestade havia desafiado até mesmo o grande Pachacutec. Lá cobras viveram e onças, bem como o Antis, as tribos ferozes das planícies praticavam o canibalismo, pelo menos, como os Incas disse aos espanhóis (viagem para Machu Picchu Peru).

No entanto, Pachacutec já se envolveu um pouco na região e tinha deixado vários complexos do palácio; e também Manco tinha acontecido no ano anterior à chegada das tribos pacificadora selva espanhóis. De uma das cidadelas de Pachacutec, o Incas e seus aliados silvestres poderia repelir os espanhóis e praticar sua religião como haviam feito antes da conquista. Então, em 1537, quando eles começaram a convergir mosqueteiros, cavalaria e arqueiros espanholas no local, Manco reuniu seus capitães e disse-lhes para reimplantar a terra dos Antis, mas um dia voltar. Seu exército começou seu êxodo através da garganta Urubamba, cujas paredes em torno deles e cuja vegetação densa esmaecido seus gritos foram erguidas. Depois de algumas fintas a outros vales, eles cruzaram o Urubamba em um ponto chamado Chuquichaca através de uma grande ponte de corda. Eles viajaram a montante ao longo de um afluente uma região cheia de picos e selva. Manco fez um alto de um cume onde um palácio feito com belas pedras brancas, que tinha sido construído por Pachacutec foi gerações atrás. Vitcos foi chamado. Isso tornaria sua casa. Em um vale estreito ao lado havia um templo solar que contém um santuário chamado Yurak Rumi, uma rocha enorme que paira sobre uma primavera fria e escura. Os incas adoravam o sol e sua personificação na imperador inca, mas a religião andina estava cheio de huacas e apus, que eram santuários e espíritos de água e pedra, respectivamente (Viagem a Machu Picchu Peru).

Lugares como Yurak Rumi, onde os três elementos estavam, foram especialmente poderoso. metros sete anos e meio de altura, nove metros de largura e 15,8 metros de comprimento, o santuário foi coberto com canais esculpidas, assentos e solavancos desenhos. O sol passou em cima, deixando cair estranhas sombras sobre a pedra, mas não sobre a água protegida por baixo. Foi a cosmologia inca em miniatura, «sendo o principal santuário mocadero aquelas montanhas.» Este culto calma não durou muito tempo. Os espanhóis chegaram a perseguir o Inca rebelde. Os homens de Manco destruiu a ponte em Chuquichaca, mas o reconstruída espanhol e mudou-se a montante. Vitcos Eles atacaram, saquearam seus templos e trazido de volta para Cusco vinte mil seguidores de Manco, incluindo aTitu Cusí, seu filho de cinco anos. Manco, no entanto, conseguiu escapar e continuou sua guerra de guerrilha nas montanhas, matando os pilotos espanhóis e seus colaboradores (Viagem a Machu Picchu Peru).

Ele reconstruiu Vitcos, e no início de 1539 construiu um capital mais remota: a chuvosa, mas abrigos protegidos chamado Vilcabamba, a «planície do sol.» Com o apoio de seus aliados silvestres, Vilcabamba Manco fez um lugar onde pode desfrutar da abundância dos mais baixos climas e onde ele poderia planejar sua guerra contra os espanhóis e adorar Punchao, seu ícone de sol dourado. Salvado de Cusco, o ícone brilhavam à luz das tochas, e no interior das cinzas dos corações dos Incas escondeu. No entanto, Manco foi não apenas fortalecer o passado dos incas; foi adaptar para o futuro. Ele acumulou armas espanholas, e seu novo palácio telhado com telha vermelha no estilo espanhol. Ele manteve estradas que levam para o resto do Peru. Ele construiu terraços e casas para os refugiados que chegam em busca de fugir do governo espanhol. Esses refugiados chegaram, no entanto, permaneceu incerto. Após o voo de Manco, os espanhóis consolidaram seu controle sobre o antigo reino dos Incas. Eles consolidou a Cusco como uma cidade colonial, substituindo seus telhados de colmo queimadas com telhas vermelhas e gesso que cobrem as paredes de pedra Inca (Viagem a Machu Picchu Peru).

Os espanhóis despojado do maskaypacha Manco, o pendão imperial, in absentia e proclamou seu irmão Paullu, colaborador hispanicised, como o herdeiro legítimo Inca. Os conquistadores tentaram conquistar muitas Incas que permaneceram em Cusco, garantindo os seus privilégios e atraente para o seu desejo de conforto. Vendo como estava lisonjeado Paullu, alguns Incas espanhóis usavam roupas; mais publicamente que se converteu ao catolicismo. Outros, no entanto, voltaram seus olhos para Vilcabamba, a nova casa do verdadeiro imperador. Um Inca que resistiram as negociações dos espanhóis era filho de Manco, Titu Cusi, que sempre se lembra do discurso que seu pai deu em Ollantaytambo. Manco ordenou a seus seguidores: «Vocês têm todos nós, não obrigas ejión esquecer em toda a sua vida, você e seus descendentes, ansy para mim como meus avôs e visaguelos …». Ele pediu-lhes para não esquecer sua herança religiosa durante sua ausência, que para adorar o que era dele. «.. .como Beis, os villcas falar com nós, e o sol e as beemoslos lua de olhos buestros, eo que estes [funções] dizen não vê-lo; bem, eu acho que algumas ffuerqa bez ou engano por um Hazer você adora o que eles adoram, mas não pudieredes when, I hazeldo frente deles em e de outra forma não oluideis nossos qerimonias; E se você dixieren que transgridem seus guacas, e isso ffuerqa, mostraldes que não pudieredes hazer menos e outra guardaldo, que ele vai me dar o meu muito satisfeito Espanhol .A batizou o jovem herdeiro Inca, Titu Cusi, mas em sua Vilcabamba sol peito brilhavam com intensidade crescente (viagem a Machu Picchu Peru).

Capítulo 7 – Os melhores planos – PERU

Quando Hiram Bingham voltou da América do Sul, na primavera de 1909, ele desenvolveu um plano de quinze e intitulada de «As melhores planos de ratos e homens», omitindo o seguinte verso do poeta escocês Robert Burns, «muitas vezes não conseguem.» Ele tinha perdido sua família e iria passar os próximos três anos com eles, trabalhando, ensino e escrita. Ele começou sua lista de imediato na pendência de uma tarefa que iria acabar acelerando a programação: um artigo sobre Choqquequirau, o berço de ouro, que tinha visitado a caminho de Lima. Bingham estava fascinado com a ruína. De acordo com os moradores, ele e Hay foram os primeiros estrangeiros a viajar para a última cidade dos Incas, o lugar de descanso final das virgens do sol, as mulheres participando do imperador e dirigiu o culto solar dos Incas (Travel Machu Picchu Peru).

A esperança de tesouros encontrando não se concretizou o que reforçou sua convicção de que histórias como El Dorado eram nada mais do que mitos indígenas, mas estava disposta a ver a experiência como um marco em sua carreira como um caçador: ser o primeiro estrangeiro a visitar o último cidade dos Incas. Infelizmente, quando imerso na biblioteca de Yale, os outros depoimentos dos moradores também desceu. Para começar, Bingham já suspeitava de uma placa que havia visto nas ruínas, em que foram escritas várias assinaturas e datas. Peruanos livros geógrafos rapidamente confirmou que vários peruana e um punhado de estrangeiros, incluindo dois exploradores franceses, e visitou as ruínas desde que foram descritos pela primeira vez no século XVIII. Além de ser um dos primeiros estrangeiros a explorar, Bingham descobriu que as fontes históricas não apoiou sua crença de que Choqquequirau foi a última cidade dos Incas. A tradição que o Cuna de Oro foi o «paraíso selvagem» de «os últimos sobreviventes da raça do sol» apenas remonta à primeira metade do século XIX e parecia ter pouca relação com as crônicas espanholas, que afirmou que a última Inca refúgio tinha sido Vilcabamba, «as pessoas que o rei Inga tinha sua corte e seus exércitos, sendo o ‘primeiro templo’ ‘(Travel Machu Picchu Peru).

Crónica afirmou que este Vilcabamba foi dois dias de viagem de um lugar chamado Puquiura, uma cidade que ainda existia nas margens de um rio chamado Vilcabamba, longe de Cusco. Parecia que os geógrafos que o precederam tinham perpetuado a tradição que Choqquequirau era o último refúgio dos Incas, porque talvez poderia ter sido alcançado em dois dias muito longos viagem de Puquiura. Que ele encontrou Bingham «, pelo menos, um método de inferência indireta muito», como se um geógrafo do futuro sentado à sua mesa para declarar que Boston e Washington DC eles estavam no mesmo lugar, simplesmente porque não poderia haver dois lugares como Nova York distância (Travel Machu Picchu Peru).

Bingham concluiu que o nome de Ouro Cradle era pura ilusão, um nome maravilhosamente florido para uma cidade que agora é considerado como tendo sido uma fortaleza ou um templo, mas não um refúgio de Manco. Apesar de sua decepção, a história de Vilcabamba foi fascinante. Eu estava curioso sobre a rebelião de Manco, que achava que tinha «muito boa vermelhas do sangue em suas veias se submeter a tutela espanhola.» Ele nunca tinha sido muito interessados nos tesouros, mas a história de uma resistência nativa contra colonos europeus como romântico que teria sido condenada ao fracasso acendeu sua imaginação. Além disso, parecia que nenhum navegador até agora tinha encontrado verdadeiro último refúgio dos Incas: que lugar chamado Vilcabamba. se eu fizesse isso? Pode identificar o local exato onde o maior império indiano fez a sua última posição, e levantar a bandeira não Peru, mas os Estados Unidos e Yale. Era mais fácil dizer do que fazer, no entanto. Um rápido olhar para a literatura sugeriu que a área entre Cusco e as pessoas de Puquiura estava cheio de ruínas incas que eram conhecidos pelos moradores há anos. Além disso, houve a concorrência (viagem para Machu Picchu Peru).

exploração andina estava experimentando um boom, e em 1909 um jovem etnólogo de Harvard chamado William C. Farabee retornou de sua própria expedição às terras norte de Cusco, onde ele ouviu um «rumor dos índios, bastante bem verificado, uma grande cidade escondida nas encostas do vale de Urubamba. » Um jovem peruana que estudou antropologia na Universidade de Harvard também tinha suas próprias faixas. Julio C. Tello seria conhecido mais tarde como «o maior arqueólogo do Novo Mundo», por suas escavações das culturas costeiras do Peru. Em 1910, ele era um homem de herança indígena e trinta anos que tinha trabalhado e estudado medicina em San Marcos, e durante esse tempo ele tinha estudado crânios pré-colombianos e estatuetas. Em 1909 o governo do presidente Augusto B. Leguía foi premiado com uma bolsa para estudar arqueologia e etnologia no exterior, e Tello escolheu a Universidade de Harvard, que já tinha lhe oferecido ensino gratuito. Tello aprendeu a visita de Bingham para Choqquequirau, e, em 1910, enviou-lhe um artigo que o fez se sentir ainda mais deprimida. Escrito por Carlos Romero, um arquivista da Biblioteca Nacional do Peru com acesso à conta de um frade agostiniano, o artigo afirmava que o palácio de Manco foi chamado Vitcos não Vilcabamba, que foi localizado perto da aldeia de Puquiura, não dois dias de distância. Romero tinha fornecido informações para o diretor do Museu Nacional do Peru, Max Uhle, viajou para Cusco para fazer investigações sobre o caso (Viagem a Machu Picchu Peru).

Uma cabeça Bingham estava girando. Eu tinha finalmente encontrado um mistério que exigia habilidades especiais como historiador e explorador, mas as faixas estavam à vista de todos, como para qualquer um que resolver. A única coisa a fazer era viajar para além Cusco, o rio Urubamba, e procurar ruínas incas perto da aldeia de Puquiura. historiadores peruanos estavam em condições de o fazer e Bingham. O explorador passou o verão de 1910, com sua família a seguir em um estado de constante expansão, terminando seu manuscrito em sua última expedição, e se perguntando se ele havia perdido a oportunidade de uma vida. Ele olhou para a possibilidade de expedições para outros lugares como México e Equador. Durante a queda Hiram dedicou-se a se estabelecer na nova casa para sua família (de viagem para Machu Picchu Peru).

Ele e Alfreda foram os orgulhosos pais de seis filhos, e seus sogros lhes tinha construiu uma mansão de trinta quartos, o maior de New Haven, no topo da Prospect Hill, o bairro mais elegante da cidade. Hiram queixou-se que era demasiado ostensiva para a família de um professor, mas as únicas concessões feitas pelo Mitchell foram adicionando um telhado de telhas-espanhola vermelha do estilo, o que fez para chamar a residência «Casa Allegre» soletrado bem e pequena escadaria que ligava seu quarto, ele e Alfreda dormiam em salas de estudo separadas de seus sonhos. O estúdio foi espaçoso e arejado, cercado por janelas em três frentes. Ele tinha prateleiras de livros que vão do chão ao teto, que escondeu uma pia secreta e dois mapas pendurados da América do Sul. Uma mesa esculpidas à mão, com lâmpadas de Tiffany e um rack de rotação olhou para a lareira na quarta parede. Sobre a lareira, Hiram organizaram o que até então era a trindade de sua vida: um pequeno ídolo de madeira que Gilbertese deu a seu pai, um retrato dim de Alfreda e do Inca Peru cerâmica (Travel Machu Picchu Peru).

Talvez ele estava sentado em que o estudo 25 de Novembro de 1910, o dia após o dia de Ação de Graças, quando abriu uma carta que sugeriu que nem tudo estava perdido e que foi realmente a melhor hora de voltar para o Peru e para ir busca de Vilcabamba. Ele veio da Universidade de Cusco, que tinha sofrido grandes mudanças desde que foi visitado por Bingham. Em maio de 1909, os alunos cada vez mais radicais apaixonado Luis E. Valcarcel incluindo estudante exigiu maior voz na administração da universidade, professores melhores e coleções infantis. Os estudantes exigiram a ser ouvido durante uma reunião do corpo docente, rejeitou alegações de que o reitor, após o qual um estudante anarquista disparado um tiro para o ar. Os professores correram para a praça, onde as mulheres do mercado gritou alunos estavam lutando por os únicos três alunas da universidade. Mas era algo de maior importância: os alunos estavam agora em greve (viagem para Machu Picchu Peru).

Presidente Leguia fechou as portas da universidade, mas reabriu no início de 1910, sob a direção do homem surpreendentemente jovem que agora escreveu a Bingham, um economista de vinte anos de idade, da Filadélfia chamado Albert Giesecke, que tinha impressionado Leguia quando ajudou a reformar o sistema de ensino em Lima. Os alunos inicialmente ficaram desconfiados de seu reitor americano; Cusco não era imune aos rumores das ambições imperiais dos Estados Unidos no hemisfério. Giesecke ganhou deles, no entanto, com novos professores, cursos modernas em jornalismo, sociologia penal e zoologia, e um estilo agradável Estudantes idolatrado, escreveu um dos novos professores a um amigo em Lima. Como Bingham, Giesecke caiu no amor com a história da região. Desde a sua revolta, os estudantes universitários tinha canalizado as suas energias para estudar os Incas e os povos indígenas, e estavam dispostos a incluir neste processo de Giesecke (viagem para Machu Picchu Peru).

Eles carregavam Giesecke Sacsayhuaman, onde os homens de Manco já sitiados os espanhóis. Na sombra das ruínas das paredes, o jovem Luis Valcárcel, talvez, teria dito a seu novo mentor sobre os livros que esperavam para escrever sobre os Incas, e que já estava imaginando títulos. Dois meses depois, em um 04 de julho celebração em honra Giesecke, Valcárcel entreter o público com um discurso em que elogiou o império inca e aos povos indígenas modernas do Peru. Giesecke retornou o favor em 28 de julho, Dia da Independência do Peru, apelando à preservação de monumentos históricos, um novo museu em Cusco e apoio do governo para estudar as ruínas da região. Ele anunciou novos cursos sobre a civilização Inca Quechua e linguagem e conferências a fim de melhorar as relações entre as pessoas e os estudantes nativos locais. Cusco um dia ser a «Meca da América do Sul», disse ele (viagem para Machu Picchu Peru).

Mas ainda havia muito a ser feito. Em outubro, a Giesecke tentou seguir os passos de Bingham para Choqquequirau, mas as chuvas tinham tomado a ponte construída pela empresa caçadores prefeito tesouro Nunez. Ele escreveu para Bingham para perguntar se ele tinha publicado em sua visita. Bingham ficou encantado. Se Giesecke ainda tentando visitar Choqquequirau, em seguida, ainda era possível que ninguém em Cusco sabia o Golden Cradle foi importante apenas no nome, e que a última verdadeira cidade dos Incas foi ainda a ser descoberto. Bingham inserida uma folha de papel em sua máquina de escrever e escreveu a Giesecke prometendo que uma vez que foram publicados, iria enviar cópias de seu artigo sobre Choqquequirau e livro sobre a expedição de 1909. Tendo dado um sinal de amizade, Bingham procedeu para tentar arrancar informações ao seu concorrente potencial. «Tem a empresa cessou as operações caçadores de tesouros?», Escreveu Bingham. «Tem qualquer arqueólogo visitou as ruínas? Ele tinha ouvido falar que o Professor Uhle «o diretor do Museu Nacional» estava vindo de Lima. Quem vai pagar para a reconstrução da ponte? «. A resposta da Giesecke veio em meados de Dezembro de 1910 e teve um efeito estimulante: a empresa Nunez tinha deixado de existir. A ponte ainda estava sem reparos. Nenhum arqueólogo havia visitado Choqquequirau ou qualquer uma das outras ruínas na região (Travel Machu Picchu Peru).

Bingham viu sua chance: poderia estar em Cusco para junho de 1911, a partir de onde ele poderia ir em busca de Vilcabamba Manco fundou a cidade na selva e onde seus filhos fizeram sua última defesa. A única questão, como sempre, era como ele iria financiar. Tiffany fortuna tinha financiado as duas primeiras expedições Bingham. Para isso, o terceiro, eu queria obter os fundos para si mesmo, então convocar uma expedição maior e multidisciplinar, e provar que não era apenas um diletante rico. O público poderia sonhar exploradores vitorianos solitárias, ricos e românticas empurrando através com um facão na selva em busca de cidades míticas, apenas para desaparecer sem deixar vestígios. Bingham, no entanto, o tipo desejado de imortalidade que resultaria de realização, não excentricidade ou morte. Para conseguir isso, Bingham desenvolveu um modelo semelhante a exploração polar: Equipamento,, numerosos especialistas multidisciplinares semi-permanente, organizado como uma expedição naval, cujo capitão mais de Mérito (viagem para Machu Picchu Peru) tomaria.

Em abril de 1909, o comandante norte-americano Robert E. Peary Naval escapou secretamente do seu associado Africano americano Matthew Henson e sua Inuit orienta Ootah, Seegloo, Egingwah e Ooqueah para se tornar o primeiro homem a chegar ao Pólo Norte (ou assim ele disse ). Como Peary, Bingham buscar a glória para a América e para si mesmo, mas nas selvas dos Andes. Precisa teodolitos, câmeras, picaretas, telescópios, barómetros e troncos cheios de sopa seca e chocolate: um couro vagão, bronze, madeira e alimentos enlatados que podem sobreviver na selva. Como seu pai tinha voado navios missionários no Pacífico, Hiram iria liderar uma expedição aos Andes para recolher a história natural e humana da América, e submeter à sua terra natal. Uma expedição como esta necessária uma grande quantidade de dinheiro. No início de 1910, Hiram tinha solicitado $ 88.000, da Instituição Carnegie o equivalente a 1,96 milhões hoje para estabelecer um departamento da América Central e do Sul de pesquisa acopiaría conhecimento bibliográfica, histórica, arqueológica e geográfica. Não é de surpreender, uma vez que ainda não tinha demonstrado a sua utilidade como um acadêmico, foi rejeitado. Yale era apenas um pouco mais voltado (viagem para Machu Picchu Peru).

A universidade concordou em emprestar seu nome para o tema e abriu um fundo para a exploração da América do Sul que iria processar as doações, mas se recusou a financiá-lo ela mesma. A barragem finalmente abriu quando um ex-companheiro de Bingham Edward Harkness, um graduado de Yale em 1897 e um dos herdeiros da fortuna da Standard Oil se comprometeu a doar US $ 1800 se Bingham incluídos Herbert Gregory, um geólogo Yale, na expedição. Bingham expandiu ainda mais sua missão de proclamá-la como uma exploração da geografia, geologia e arqueologia do meridiano 73 passando por Choqquequirau e as ruínas que foram ditas para estar perto de Cusco, um lago «inexplorado» chamado Parinacochas, e uma montanha sem Coropuna chamado de escalar, um arqueólogo tinha recentemente postulado como o mais alto da América. A expansão dos objectivos atraído mais fundos. Em fevereiro de 1911, Bingham participaram de uma promoção de jantar 1898 de Yale, em New York e sentou-se ao lado de uma colega chamada Herbert Sheftel. Sheftel praticamente Bingham não tinha visto desde que se formou, mas tinha uma surpresa para sua amiga de altura (de viagem para Machu Picchu Peru).

«Quando eu disse a ele sobre meus planos e cerca de US $ 1.800 necessário para pagar um inspector, sorriu e disse:» Dezoito cem? Vou dar-lhes você! ‘ «Bingham escreveu a sua esposa. «Eu poderia ter chorado de alegria. Foi uma surpresa total. No começo eu pensei que ele estava brincando. Mas não, ele disse que tinha algum tempo após o meu trabalho e ele estava determinado a ajudar-me a primeira oportunidade. Lá está ele! «Bingham ainda era tão jovem aceitação busca Hawaiian de seus pares. A pedido do Sheftel, sessenta colegas participaram Hiram fez para dizer-lhes sobre a América do Sul. Ele escreveu para casa que deu «uma ovação de pé, para minha surpresa. Nunca antes tantas coisas positivas meus colegas me disseram. Eu gostaria de ter este estado. » Ele continuou a ter sorte em Washington, onde ele procurou a ajuda do presidente William Howard Taft. Além de ser um graduado de Yale, Taft apreciado que a expedição de Bingham poderia significar para as ambições dos EUA na região (de viagem para Machu Picchu Peru).

Taft tinha deslocado política externa dos EUA do imperialismo ativa de Roosevelt com a «diplomacia do dólar», através do qual os Estados Unidos construíram seu poder internacional através de empréstimos a outros países e mercados influenciam. trabalho expedição de Bingham como uma forma de diplomacia ainda mais suave e sutil: Yale poderia moldar o estudo da história do hemisfério, enquanto polido uma imagem US benevolente no exterior. Taft Bingham pegou um inspector da Costa e Geodetic Inquérito EUA, um homem alto, Dane tímido chamado Kai Hendrickson. Bingham foi sorte mesmo quando doente. O médico era um graduado de Yale chamado William G. Erving, que já tinha remado em uma canoa descendo o Nilo do Cairo a Cartum. Impressionado, Bingham recrutou-o como o cirurgião da expedição. Seria necessário nos lugares que eles estavam indo. Bingham sofria de doença de altura em sua última expedição e rapidamente subir para Cusco neste momento. Na selva teria malária, febre amarela, tétano, picadas de cobra e doenças do estômago (Viagem a Machu Picchu Peru).

A presença de Erving foi primordial. Durante o próximo mês, Yale peruana Expedition (Yale peruana Expedition-IPO) 1911 juntou-se quatro outros membros, chegando a sete pessoas. Bingham recrutou seu melhor amigo Harry Foote como o «naturalista» da expedição. Foote foi um professor de química na Universidade de Yale e narigón amigável, mas também um coletor de flora e fauna. Foote ajudou a desenvolver o sistema de energia da expedição, que consistia em pequenas caixas repleto de comida servida para alimentar dois homens durante oito dias (viagem a Machu Picchu Peru).

Um estudante de Yale chamado Paul Baxter rosto doce Lanius entrou como assistente de Bingham e sua família cobriu os custos. Para ajudá-lo a subir Coropuna, Bingham recrutados Herman L. Tucker, um homem curioso de vinte e sete anos que abandonaram a escola em Harvard e tinha sido um membro da expedição que desmentiu a afirmação do Dr. Frederick Cook sendo a primeira escalar o Monte McKinley. Tucker viria a ser um cara simples, socialista e membro dos Trabalhadores Industriais do Mundo (Trabalhadores .industrial do mundo). Ele horrorizado Bingham para beber com os moradores. A escolha do último membro da expedição era uma questão de manter rivais próximos. Herbert geólogo Gregory aposentado e em vez recrutados Bingham Isaiah Bowman, professora assistente no Departamento de Geografia na Universidade de Yale. Bowman um dia ajudar o presidente Woodrow Wilson para redesenhar o mapa da Europa após a I Guerra Mundial, iria dirigir o Conselho de Relações Exteriores e ser presidente da Johns Hopkins University. Em 1911, no entanto, foi a principal competição para a coroa tinha navegador Bingham, pois ele também tinha sido no sul do Peru em 1909. Husky como um pequeno touro, Bowman pensou que Bingham estava ocioso e privilegiada. Ele se gabava com um colega de Harvard que muitos mais alunos estavam matriculados no seu curso de geografia Sul americana do que de seu rival, e não viu a ironia acrescentando que «Bingham [foi] excessivamente vaidoso e nunca viu a palavra» modéstia » no dicionário «(Viagem a Machu Picchu Peru).

Bingham Bowman conseguiu alistar-se no recém-batizado, oferecendo uma recompensa valiosa: a cópia do mapa deteriorou Farabee (Harvard) tinha feito durante suas explorações há três anos. Com isso, Bowman poderia ir para baixo do rio Urubamba, quase para a Amazônia, olhando para suínos machos castrados e cidades que tinham ouvido Farabee. Bowman faria exploração geográfica para o oeste e se reunirá Bingham para subir Coropuna. Encantado, continuavam Bowman proclamou que «o trabalho heróico dos primeiros exploradores e fundadores, como o Blackboard.» Foi uma honra duvidosa, sem dúvida, mas ainda era uma comparação adequada. Como as expedições espanholas, o Bingham era uma empresa financiada por indivíduos ambiciosos. Bowman e Bingham tinha quase tão ruim quanto os primeiros conquistadores. Ambos tinham grandes egos, e Bingham Bowman tratado como um parceiro menor, a tal ponto que anos mais tarde Bowman pensou que Bingham tinha enviado para a Amazônia com o propósito de mantê-lo longe das descobertas reais do ano. O editor de uma revista descreveu o estilo de liderança Bingham com estas palavras: «Todo homem que ele obedeceu o considerava um líder capaz, eficiente e até mesmo charmoso; somente aqueles que tinham suas próprias idéias, que se ressentiam com perfeição e onisciência de qualquer homem, eles estavam irritando sua liderança. » Se esta expedição tinha um quadro negro, então, que era Bingham (viagem para Machu Picchu Peru).

O desejo de controlar Bingham era tal que a única posição na expedição que não foi feita a ocupação «arqueólogo» reservou para si. No entanto, se eu tivesse a abertura para incorporar outra pessoa, nos próximos cinco anos de sua vida tivesse ocorrido forma totalmente diferente, porque na verdade não era um candidato para o arqueólogo da expedição que, em retrospecto, teria sido a pessoa ideal para cobrir a praça: Julio C. Tello, estudante de antropologia jovem peruana na Universidade de Harvard. O jovem arqueólogo, um tempo atrás Bingham enviado para seu artigo sobre Vitcos e Vilcabamba, tinha terminado seus estudos e estava se preparando para dar um novo passo. Apesar de, finalmente, ele continua seus estudos na Europa durante a primavera de 1911, estava à procura de uma oportunidade para realizar trabalho de campo. Assim, ele conseguiu entrar em contato com George Grant MacCurdy, diretor de antropologia do Museu Peabody da Universidade de Yale (viagem para Machu Picchu Peru).

sugestão ou ideia de Tello MacCurdy própria, em abril daquele ano MacCurdy fez uma entrevista com Bingham para discutir a possibilidade de incorporar um «representante arqueológica» na expedição peruana de Yale. Na manhã do dia da reunião, no entanto, Bingham recebeu um telegrama com a notícia de que o pai de Alfreda, seu pai, havia morrido na Jamaica. Ele e Alfreda partiu imediatamente para Kingston. Tello MacCurdy pediu desculpas e garantiu-lhe que iria submeter o assunto a Bingham devolvido. No entanto, quando Bingham voltou, a conversa não favorecem Tello. «Lamento dizer que eu não tenho nada da minha palestra com o professor Bingham» MacCurdy Tello escreveu no início de junho. Tello teria de fazer outros planos. Por Julio C. Tello, futuro representante da arqueologia peruana, não se tornou o oitavo membro da Yale peruana Expedition? Talvez nunca saibamos. Mas é difícil não especular sobre o encontro entre MacCurdy e Bingham eo que foi dito ou não dito na época (viagem para Machu Picchu Peru).

Você realmente MacCurdy tocou para Tello ou seus esforços foram apenas atos de cortesia? ¿Tello Bingham rejeitada porque não poderia financiar um membro, ou houve algum outro problema? Sabemos que Bingham queria fazer trabalho arqueológico. Mas também é possível que Tello tinha visto como uma ameaça à sua própria autoridade. Bingham estava no controle, e isso era essencialmente uma empresa americana. Tello que mais tarde chamar de «Manco Capac da arqueologia peruana», no entanto, iria desempenhar no futuro da expedição um papel irônico, mas ainda não tive tempo. As fontes de financiamento da expedição também deu pistas sobre os seus valores. Para cobrir o custo dos alimentos e viajar cada pessoa obrigada Bingham em 1800 dólares recolhidos $ 11 825, parte de empresas ligadas às fronteiras literais ou imaginárias dos EUA (Travel para Machu Picchu Peru).

A empresa doou uma arma rifle Winchester e quinhentos dólares. Minor C. Keith cuja todo-poderosa United Fruit Company ferrovias e plantações de propriedade em toda a América Central e que envolveria o governo dos EUA em vários envolvimentos militares doou US $ 1800 para um outro membro e permitiu a expedição vai viajar em navios da United Fruit pela metade do preço . Finalmente, a Eastman Kodak Company doou câmeras Bingham prometeu testar em vales chuvosos do Peru. Para cobrir as suas despesas, Hiram prometeu escrever quatro artigos para a revista Harper, em troca de um milhar de dólares. Ainda assim, ele precisava de oito. Para obtê-los, Bingham resolvido um dos últimos ativos que permaneceram sua família de seus dias em Honolulu, a última extensão de terra doação que seu avô, Hiram I, recebido da família real havaiana. Ignorando os protestos de amigos missionários de seu pai, vendeu a terra para oitocentos dólares e, portanto, comprou uma passagem para o Peru (Machu Picchu Viagem Peru).

Embora ferido seu orgulho, Bingham voltou-se para Alfreda por 1800 dólares em falta para o cirurgião da expedição. O pai de Alfreda tinha morrido em abril, e Sra Mitchell ficou furioso quando soube que Hiram estava saindo de novo, enquanto Alfreda ele quebrou seu coração em silêncio. Alfreda você não podia dizer não, no entanto, e no meio de um sentimento de abandono e perda, deu a seu marido que ela precisava. «Nunca mais te deixar», prometeu. «Mas eu realmente acredito que esta questão irá contribuir significativamente para a Ciência e Verdade. Que será a sua recompensa. » Qualquer culpa que você teve Hiram dissipada no brilho de sua fase favorito: promoção da expedição. Ela atraiu para a imprensa com a possibilidade de encontrar a «cidade perdida» dos Incas, que na época eram considerados pelo público como a civilização indígena maior e mais antiga da América. «É quase impossível para aqueles que estão interessados em tudo o que foi e poderia ser descoberto e disse sobre os primeiros habitantes da América e aqueles são inumeráveis pode ouvir [o suficiente] sobre os Incas» refletiu o Christian Science Monitor (viagem para Machu Picchu Peru).

«Cada página de sua história conhecida ou imaginada é tingida com o romance. Descubra suas cidades perdidas, e talvez seus tesouros perdidos, não diminui o encanto deste romance. » Mas quando Hiram veio de Manhattan a bordo do S. S. Marta em 8 de Junho de 1911, ambos os repórteres e leitores encontramos um pouco difusa que Hiram esperava encontrar. você estava procurando?, ruínas de ouro Inca ou brilhante? Ele definitivamente veio primeiro. Anteriormente, em março, ele tinha dado o New York Sun, a resposta mais clara. Dada a condição que tinha encontrado Choqquequirau, esperava encontrar muito poucos tesouros tradicionais. Afinal, estes foram conquistados e saquearam cidades. Nesta expedição ele estava interessado apenas nas ruínas incas, esperando revelar ainda mais sobre o esplendor da sua civilização. Se fossem tão escondido como seria de esperar, a maior parte do tempo da expedição seria dedicado para eliminá-los da vegetação. E, no entanto, se fossem encontrar por acaso um «tesouro escondido», seria Yale? Bingham sacudiu a cabeça. «Se for encontrado qualquer coisa desse tipo», disse Bingham, «seria de propriedade do governo do Peru» (Viagem a Machu Picchu Peru).

[:]